Fernando Gabrich
Pelo al ras y nudillos rústicos que denotan golpes que alguien tuvo la desgracia de recibir. "Hola, soy Mary Potenza", dice con timidez la pequeña mujer de 52 kilogramos que hoy se subirá al ring de la FAB para enfrentar en tres round a la árbitro internacional Florencia Romano (sí, la misma que cuestionó a Julio Grondona) en una velada amateur. Mary habla con desenfado y gracia. Pero también pelea. Hace menos de un año que está abocada a su nueva profesión: el boxeo. Pero desde mucho tiempo su vida estuvo ligada a las piñas a través de las artes marciales. Incluso fue campeona mundial de taekwondo en Inglaterra en 1994. "Empecé a entrenar en octubre del 2001. Cambié el taekwondo por el boxeo un poco porque mi suegro me insistía. Además siempre me gustó, entonces lo hablé con Aldo, mi esposo, y dijimos «probemos» y así empecé", sostiene esta mujer que dejó de lados los prejuicios y decidió dedicarle tiempo a lo que más le gusta. "A mi no me gusta decir que soy boxeadora, no por vergüenza sino porque soy así. Si no me preguntan no digo nada y si lo hacen cuento hasta ahí", explica. -¿Ya te subiste a un ring como boxeadora? -Sí, el ocho de febrero hice una pelea en Villa Gobernador Gálvez y gané. No era de mi peso la chica. -¿Era más grande? -(Risas) Un poco, sesenta kilogramos. -¿Y la tumbaste? -No, pero la tuve ahí. Imaginate que yo tengo 52 kilos y ella 60, entonces no era fácil tumbarla. Pero estuve bien, tranquila. Después de tantos años de recibir en el taekwondo, una piña en un ring no me hace nada. -¿Siempre a las piñas por la vida? -Si, en el taekwondo existe el nocaut, así que ahora no creo que sea más duro. No quiero comparar, son distintos deportes. Creo que en el boxeo hay una cuestión de resistencia porque se siente más el peso de la piñas ya que no es tan medido. En el taekwondo vas a buscar la puntuación y es más estudiado. En cambio en el ring hay más golpes y contragolpes. Pero me estoy adaptando porque cuando algo te gusta lo hacés con ganas. -¿Cómo te mira la gente cuando decís, profesión: boxeadora? -Y muchos me miran y me dicen: «¿qué, ahora boxeás?» O me miran y me dicen «tenés más brazos que yo». -¿Cómo esperás la pelea de hoy? -Por mi parte estoy tranquila. -Te vas a chocar con una figura conocida. -Sí, a ella la conocen por su pasado como árbitro. A mi no me conoce nadie en el ambiente del boxeo, pero ahora todos van a ver quien soy. -¿Te tenés fe para el nocaut? -Sí, me tengo fe porque tengo varios años en esto y ella es una chica que recién se inicia. Ojo, por ahí me sorprende. Pero tengo experiencia y eso vale. Si me mete una mano la aguanto y le sigo dando para adelante. No va a ser la primera que me como, el tema es ver cómo reacciona ella. Romano al otro día debe arbitrar, así que vamos a pegarle despacio así no va con el ojo negro. -¿Existe un auge del boxeo femenino? -Si, es cierto. Las mujeres se están animando. No es fácil ir a poner la cara porque a nadie le gusta que le peguen y las chicas, hoy por hoy, se cuidan la carita, la naricita, entonces no es fácil. -¿La Tigresa Acuña tuvo mucho que ver en este auge? -La Tigresa fue quien dio el puntapié inicial. Si no hubiese sido por ella que luchó, no se hubiera logrado esto. Quizás está un poco promocionada como un producto comercial y debe seguir creciendo porque comparándolo con las minas de afuera, le falta. -Pero a la Leona Patricia Quirico la noqueó enseguida. -Pero estaba dormida esa. No podés ir a poner la cara así. Pero más allá de eso creo que la Tigresa puede llegar porque pone muchas ganas. Yo me enfrenté en full contact y eso que le llevaba varios años y me ganó por puntos. Pero había una diferencia de peso bastante grande. -¿Ahora te enfrentarías con ella? -Por ahora no, por diferencia de peso, pero más adelante quien sabe. A lo mejor ella puede bajar a 54 kilos y se puede dar. -Ella siempre rescató el valor femenino ante todo. -Ninguna chica que boxea deja de lado su parte femenina. Pero los hombres viste cómo son, lo primero que dicen es «andá a lavar los platos». -¿Sos buena ama de casa? -Por supuesto, además trabajo durante la mañana. Por suerte está mi suegra que me ayuda. Por la tarde entreno y a veces también los sábados, lo que pasa es que no voy siempre porque me quiero dedicar a mi hijos, Kevin (1 año) y Carla Melisa (11).
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