Año CXXXV
 Nº 49.398
Rosario,
viernes  22 de
febrero de 2002
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Cómo enseñar cuando el descreimiento social es generalizado
Rattero: "La escuela es como una fábrica de sueños"
Para la investigadora de la Uner, Carina Rattero, "el derecho a la educación también ha sido expropiado"

El descreimiento y la falta de confianza en las instituciones del Estado alcanzan también a la escuela. Según la docente e investigadora de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Uner) Carina Rattero, ante este panorama de desconfianza generalizada, la escuela debe plantearse "cómo volver a soñar, cómo inventarse en cada mañana, en cada izar de bandera, en cada clase y en cada alumno una nueva posibilidad". Para Rattero, magister de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Uner, la cuestión no es sencilla. Tal como plantea, sobre esto conspira la desacreditación social que pesa sobre la figura del maestro: "Basta con pensar en lo que cobra por su trabajo", advierte al respecto.
-Chicos y jóvenes no están ajenos a la crisis de autoridad, representatividad y descrédito en que han caído políticos, funcionarios y muchas instituciones del Estado. ¿Cómo impactará esto en la escuela?
-El tema es complejo y presenta varias cuestiones. Hoy hay una crisis de confianza, porque el contrato social ha sido violado y quienes debían cuidarnos, protegernos, educarnos, es decir, el Estado, la ley, la justicia no sólo faltan a su compromiso social, sino que se burlan de nosotros. Respecto de la escuela, si bien no podemos anticipar lo que vendrá, bien sabemos que la misma no queda fuera de esta crisis de legitimidad, porque es la institución a la que esta sociedad delega el mandato de educar, y el mismo por diferentes razones no se cumple a la medida de las expectativas. Sería bueno, entonces, que esta crisis reclame a la institución escolar cierta interrogación acerca de su sentido y su función social, porque se percibe en todos los ámbitos la demanda de una mayor democratización.
--¿La figura del maestro es un buen referente social o también cae en el cuestionamiento colectivo de todos los que de una u otra manera representan alguna autoridad?
-El maestro también está sometido al cuestionamiento y la desautorización. A principios de siglo la escuela era eficaz, había una sociedad que pensaba que lo era y el docente era portador de la confianza de esa sociedad. El docente ocupaba un lugar de autoridad, a lo mejor basada en un vínculo muy autoritario, pero gozaba de legitimidad por su saber. Lo que hoy vemos es que este saber del maestro está desacreditado socialmente, basta con pensar en lo que cobra por su trabajo. Y frente a las demandas de la familia, las exigencias de capacitación, los saberes de los chicos y las nuevas tecnologías, los mismos docentes pierden la confianza en lo que saben y pueden enseñar. En esto las políticas neoliberales de los últimos años mucho han tenido que ver: han señalado permanentemente la desactualización de los docentes y la ineficiencia de las instituciones escolares para poder aplicar el ajuste.
-¿Cómo enseñar y aprender cuando la desconfianza y descreimiento es generalizado?
-Me parece que la tarea central hoy es cómo volver a soñar, cómo volver a pensar que la escuela es una fábrica de sueños. No digo volver a la idea moderna que acuñó la escuela en el sueño del progreso. Sino cómo inventarnos cada mañana, en cada izar de bandera, en cada clase y en cada alumno una nueva posibilidad. Y esto no ocurre al margen de lo que seamos capaces de aprender y construir como sociedad.
-¿Cuál es el discurso que la escuela deberá construir o reconstruir ante esta crisis?
-La escuela tendría que cuestionar el discurso de la determinación: "Esto es así, nada se puede hacer", también el de la adecuación, "a la realidad", por ejemplo, cuando es de pobreza, y además los cliches psicopedagógicos y eficientistas de la gestión. Estos discursos de alguna manera capturan lo que está por venir en lo previsible y no dan lugar a la novedad ni permiten el cambio. Necesitamos empezar a reconstruir un discurso político, porque la educación no es un problema de técnicas para enseñar mejor, es un problema de justicia y de derechos, que como tantas cosas en este país, nos han sido expropiados. También es un problema de distribución de herencia. Necesitamos construir un futuro que nos incluya de una manera plural y a la vez más equitativa. Este es el compromiso ineludible con este tiempo, sólo así podremos sentar las bases de una nueva esperanza.



Carina cree que hoy existe una "crisis de confianza".
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