El pálido empate entre Boca y San Lorenzo no dejó demasiadas cosas positivas para el análisis. Y mucho menos un gran aporte de las individualidades esperadas. Ausentes sin aviso los generadores de fútbol como Juan Román Riquelme y Guillermo Franco, tampoco aparecieron las picardías del mellizo Guillermo o del zurdo Walter Erviti. Y en medio de un contexto donde la fuerza pudo más que las ideas y el fútbol, Luis Medero, Sebastián Battaglia y el rosarino Diego Crosa fueron los nombres que se distinguieron del resto. El sobrio trabajo del defensor azulgrana constituyó lo mejor de su equipo, al tiempo que la presencia en el fondo y la personalidad de Crosa y el despliegue de siempre de Battaglia fueron lo mejor de los xeneizes.
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