Año CXXXV
 Nº 49.391
Rosario,
viernes  15 de
febrero de 2002
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Comenzó en Buenos Aires el juicio oral por el Robo del Siglo
El ex gerente del Tesoro Regional dijo que lo engañaron por inexperto
Norberto Schiavetti fue el primero en declarar. Después lo hizo el ex auxiliar Hugo Tenaglia

Gabriela Zinna / La Capital

"Ese fue el día más angustiante de mi vida", confesó ayer Norberto Schiavetti, en referencia al 23 de diciembre de 1992, cuando ocupaba el cargo de gerente del Tesoro Regional del Banco Central de la República Argentina (Bcra) en Rosario. El ex funcionario rompió así el silencio luego de 3.340 días de la jornada en que ocurrió el robo de 30 millones de dólares en billetes de 500 mil australes de la dependencia a su cargo. Finalmente, después de 9 años, 1 mes y 22 días, la causa de la estafa que pasó por manos de nueve jueces federales comenzó a ventilarse en los estrados de Comodoro Py 2002 de Capital Federal. En la primera jornada del juicio oral y público sólo fueron indagados dos empleados del Tesoro de Rosario, acusados en este caso: Schiavetti y Hugo Tenaglia.
Las audiencias, que durarán unos tres meses, seguramente dejarán puntos oscuros. Las ausencias de hombres considerados como los cerebros de la operación así lo indican. El famoso estafador Héctor Tito Rima, quien pergeñó el golpe junto con Gregorio Collia, brilla por su ausencia y aún sigue prófugo. En tanto, Eduardo Mario Brooke, que fue uno de los tres falsos inspectores que hizo desaparecer el suculento botín de 30 millones, ni siquiera es mencionado en el juicio oral.
Luis Di Renzi, Guillermo Madueño y Leopoldo Bruglia constituyen el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 5, que tiene a cargo el enjuiciamiento de doce personas por la estafa perpetrada contra el tesoro regional del Central.
Los que desfilarán hasta el lunes por el banquillo de acusados para prestar declaración indagatoria serán: Gregorio, Néstor y Jorge Collia; Guillermo Fernández, Jorge Magaldi, Juan Carlos Amor, Horacio Anzil, Sergio Omar Turza Nocetti, Héctor Anteojito Menna, Lorenzo Marino, Tenaglia y Schiavetti.

"Para mí era normal"
La jornada de ayer empezó temprano para los empleados del juzgado. A las 7.35 comenzaron a cargar en una carreta todos los cuerpos de la causa, para luego distribuirlos en seis gigantes torres apiladas sobre dos escritorios del Tribunal.
La audiencia estaba prevista para las 9, pero la tardanza de algunos imputados demoró una hora el inicio de la jornada. Así las cosas, el trabajo continuó hasta casi las 6 de la tarde.
Durante varias horas, el secretario Martín Schwab leyó las actas de elevación a juicio, despertando el sueño de abogados, imputados, testigos y hasta del tribunal.
A las 13, los magistrados comenzaron a tomar declaración indagatoria a los imputados y Schiavetti fue el primero en comparecer. Durante dos horas debió sortear el ping-pong de preguntas de jueces, defensores, representantes del Bcra y del fiscal general Enrique Lotero.
El ex gerente del Tesoro rememoró lo sucedido aquel 23 de diciembre de 1992, cuando tres falsos inspectores del Central lograron apoderarse de 30 millones de dólares en billetes de 500 mil australes, acomodados en 13 sacas. El dinero fue cargado en dos avionetas que desde Fisherton volaron hasta el aeropuerto de San Fernando. Las bolsas luego fueron cargadas en una combi blanca y desde allí los billetes se esfumaron.
Schiavetti contó que la millonaria estafa se produjo a sólo 20 días de haberse hecho cargo del Tesoro Regional. "En los 31 años que trabajé en el Banco Provincial de Santa Fe, ni siquiera había sido cajero. Entonces mucho menos podía conocer la operatoria del tesoro" argumentó antes de recordar que sus tres auxiliares, Tenaglia, Conrado Clémori y Rubén Fortuny tampoco tenían experiencia en el trabajo que se desarrollaba en el segundo subsuelo del banco ubicado en Santa Fe y San Martín.
El 22 de diciembre de 1992, a las 16, Schiavetti recibió el llamado de un hombre, quien dijo ser Rubén Berti, funcionario jerárquico del Central. En esa comunicación, le pidieron al rosarino que preparara para el día siguiente un embarque de 30 millones de dólares en billetes de 500 mil australes, que serían retirados en el aeropuerto por tres inspectores del Bcra.
"Para mí todo era normal", admitió Schiavetti, quien repitió una y otra vez que apenas llevaba tres semanas al frente del Tesoro. Trascartón reconoció que siguió al pie de la letra las órdenes que le habían dado por teléfono los que resultaron ser los autores de la maniobra. "Nunca tuve ninguna duda de lo que ellos me decían", agregó el hombre al que se juzga como partícipe necesario de la defraudación perpetrada contra la administración pública.
"Creo que en esta maniobra hubo una mano negra, pero no lo puedo probar", se animó a sostener Schiavetti frente a los jueces, disparando contra las entonces autoridades del Central y del desaparecido Banco Provincial. Es más, el bancario argumentó: "Los falsos inspectores tenían información que salía del Central", por lo que dejó en claro que sospecha que el plan fue elaborado con la venia de algún miembro del Bcra.
De los dichos de Schiavetti se desprende que durante el procedimiento de embarque del dinero no se cumplieron las normas de seguridad establecidas por el Central para el traslado de efectivo. Pero argumentó que no conocía ese tipo de reglamentos internos.
El ex gerente del Tesoro aprovechó la oportunidad para cargar también contra el sistema judicial. "Fui indagado por el juez federal de Rosario Santiago Harte el 24 de diciembre de 1992 y nunca más fui citado a declarar", reprochó antes de decir que tras haber pasado más de nueve años de ocurrido los hechos, no puede reconocer a los estafadores.

Sin reconocimientos
Otro que tampoco pudo señalar a quienes se habrían alzado con el botín fue Hugo Tenaglia. El auxiliar del Tesoro declaró luego de Schiavetti. Esta vez el bombardeo de preguntas duró 75 minutos.
Tenaglia debió explicar por qué el dinero viajó en dos avionetas mientras que él y dos de los falsos inspectores marcharon a Capital Federal en un remís. "Así lo dispusieron los hombres que para mí eran inspectores del Central", dijo y sembró dudas sobre el casual desperfecto de un avión de Austral, en el que en primera instancia se habían cargado las 13 sacas.
El bancario, que está suspendido sin goce de sueldo desde el 5 de febrero de 1993, no pudo reconocer ni personalmente ni por fotos a los presuntos autores materiales del robo. El hecho no pasó desapercibido, ya que varios de los acusados no pudieron evitar una sonrisa que dejaba ver sus ilusiones de salir libres de culpa y cargo.



La acción fue en el subsuelo del ex Banco Provincial.
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