Año CXXXV
 Nº 49.389
Rosario,
miércoles  13 de
febrero de 2002
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Se relajaron los controles y los cirujas dejan el tendal
Algunas cuadras del centro se convierten en minibasurales
Los recolectores se ven en problemas a la hora de dejar limpia la vereda. Admiten cierta permisividad

La basura se ha tornado en los últimos meses un dolor de cabeza para muchos habitantes del centro y áreas del macrocentro, y para las mismas empresas recolectoras de residuos. Crisis mediante, los controles sobre el cirujeo se han relajado y algunas zonas se vuelven a determinadas horas pequeños basurales.
Cuadras como las de Entre Ríos entre Urquiza y Tucumán, algunas de Mitre entre San Lorenzo y el río, Presidente Roca o Corrientes entre Mendoza y San Juan y algunas cuadras de San Martín figuran, sólo por dar ejemplos, como sectores críticos. Pero están lejos de ser los únicos.
Por todas partes los cirujas llegan, por lo general en bicicleta, rompen las bolsas de los consorcios y dejan un tendal. Detrás de uno viene el otro, que contribuye un poco más a la generación del basural. Y uno más llega a pie ya buscando resquicios de comida. El resultado es un desparramo que los recolectores limpian como pueden.
El mismo titular de la Dirección de Control Urbano de la Municipalidad, Ubaldo Modarelli, admitió que los operativos contra el cirujeo no se hacen con la intensidad de antes. "Esto tiene que ver con el clima social y la reacción de los vecinos, que a veces se interponen en favor de los cirujas. Aplicamos un criterio lógico teniendo en cuenta la crisis y la situación social", afirmó el funcionario, quien aclaró que "los operativos no están suspendidos, sino que se hacen menos", y consideró que aun así, "Rosario no es Calcuta".
La disminución de los controles tiene que ver también con el funcionamiento de la repartición, que durante diciembre se dedicó "casi de lleno" al reparto de comida y en enero aumentó los controles en rubros como boliches, la costa y los remises truchos.
Modarelli aseguró que los controles se hacen dos o tres veces por semana y se apunta más a "no permitir el ingreso de los carros con caballo".
Y es cierto. La mayoría llega en bicicleta o incluso a pie. Y si bien no trabajan todos igual -muchos cuidan de no dejar un chiquero- no son pocos los que destruyen las bolsas, vacían su contenido y lo desparraman por toda la vereda para hacer una mejor selección. Difícil que los vecinos damnificados se solidaricen con estos últimos.
Daniel Dalessandro, de la empresa Cliba, aseguró que la degradación de los residuos afecta a la tarea de recolección. "Esto nos representa un incremento de los costos, un aumento de los accidentes y un desgaste para los trabajadores", afirmó el directivo, quien recordó que "se le ha pedido al personal que minimice al máximo lo que se deja desparramado. Pero eso significa un trabajo extra y particularmente insalubre, porque la basura degradada contribuye a que haya más accidentes".
Si bien Cliba es la más afectada porque opera en el centro, Dalessandro aclaró que "la zona sometida al cirujeo intenso se ha agrandado considerablemente. Hoy estamos hablando de Avellaneda, 27 de Febrero y el río". Es decir que también afecta a Lime, la otra empresa de recolección.



San Lorenzo al 1000, una foto común al caer la tarde.
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