La película "Todas las azafatas van al cielo", del argentino Daniel Burman, se exhibe hoy en la sección Panorama del Festival Internacional de Berlín. El filme, protagonizado por la española Ingrid Rubio y Alfredo Casero, cuenta la historia de dos personas con sus vínculos afectivos destruidos que se encuentran en Ushuaia, cada uno tratando de escapar a sus realidades. El personaje de Casero trata de subirse a un avión en busca de los recuerdos de su ex esposa azafata y el de Ingrid Rubio, que es una azafata, trata de bajar a tierra para tomar contacto con lo real. Es la segunda vez que Burman llega a Berlín. La primera vez fue con su obra "Un Crisantemo estalla en Cincoesquinas". Este regreso "es como una primera vuelta", definió el realizador. "En un festival siempre vas a mostrar algo nuevo y por eso los miedos son los mismos", agregó en diálogo con La Capital. -¿Cómo llegaste al Festival de Berlín? -La película es una coproducción con España y la coproducción de sonido la hicimos en Madrid. La gente de Berlín fue a Madrid para seleccionar películas y aprovechando eso les mostramos "Todas las azafatas van al cielo", que estaba aún en proceso. Una semana después nos avisaron que estábamos invitados. -Habías estado en el festival con tu ópera prima. ¿Que sentís al volver con tu tercera película? -Estoy muy contento y vuelvo con una película muy distinta, por lo cual la experiencia seguramente va a ser diferente. El hecho de haber ido una vez no hace menos emocionante esta segunda vez. Berlín es el primer festival del año y es una buena vidriera para mostrar las películas a un público diferente al que uno imagina, que es el público alemán, y después para todo el tema del mercado. -Haber sido jurado de un festival, ¿cómo te afecta a la hora de volver a ser participante? -Cuando vas a festival siempre tenés los mismos miedos, porque siempre es un lugar donde estás mostrando algo nuevo y no sabés cuál va a ser la reacción de la gente. Es siempre una primera vuelta, como te decías antes. -"Esperando al mesías", tu segunda película, era muy diferente a la primera, "Un crisantemo estalla en Cincoesquinas". ¿Volvés a cambiar en la tercera? -Esa diferencia es un camino que continúa con esta película. Trato de lograr una comunicación con el espectador transmitiendo las historia y las emociones de una manera amable, donde los deseos y las experimentaciones que uno quiera hacer en lo cinematográfico no atenten contra la gente que va a ver una película y espera que le cuenten una historia. -¿Por qué filmaste en Ushuaia? -El guión me llevaba a eso y también porque es un lugar extraordinario, no sólo por los estético sino por lo que te genera. El lugar te provoca la sensación de estar en el final del mundo y esa sensación tiene mucho que ver con lo que sienten los personajes. La analogía con el lugar y con los sentimientos de los personajes me pareció muy rica e interesante. Era mostrarlos en el final de todo, donde no hay más nada. F. T.
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