En Sierra de las Quijadas las piedras hablan a quien desee escucharlas, aunque su lenguaje -como el de las antiguas culturas que la habitaron- sólo puede ser comprendido por pocos, los geólogos. Incluso entre estos pocos, sin embargo, sólo algunos pueden comprender todo lo que la sierra dice. La mayor parte -sedimentólogos, estratígrafos, paleontólogos- debe conformarse con oraciones sueltas, con fragmentos de palabras. Y sin embargo, pese a su trabajo, la Sierra de las Quijadas sigue rodeada de secretos, hablando con una voz clara y bella, pero en un idioma incomprensible a quien quiera visitarla.
El primer secreto que encierra la Sierra de las Quijadas es el del origen de su nombre. Existen dos versiones relativamente difundidas y una transmitida oralmente. Se ha escrito que la sierra "tiene desde el aire la forma de una gran quijada" y que "su nombre deriva de los hallazgos de osamentas o cráneos de reptiles prehistóricos en las rocas". Ambas versiones son falsas: desde el aire la sierra no tiene la forma de una quijada sino de una elipse de 35 kilómetros de extensión de norte a sur y 15 kilómetros de este a oeste y, por otra parte, los primeros hallazgos de fósiles se remontan a 1942, cuando ya era conocida por ese nombre.
La versión transmitida oralmente, por su parte, sostiene que la sierra debe su nombre a la gran cantidad de huesos vacunos dejados por los bandidos que en el siglo XIX se emboscaban en la zona para asaltar la carreta que cubría el tramo entre Buenos Aires y San Juan.
Recordar es una operación compleja: lo que no se conoce, se inventa, pero esa invención desplaza a los hechos reales hasta ser también ella olvidada y, por esa razón, nada sabemos hoy del verdadero origen del nombre de la sierra.
Misteriosa formación
Para muchos, la existencia de una formación de este tipo es difícil de explicar. Los geólogos, sin embargo, proponen una explicación que desbarata el misterio: la Sierra de las Quijadas es el producto de una serie de movimientos geológicos que se produjeron en una escala temporal imposible de imaginar para el hombre.
Hace 120 millones de años en el lugar que ocupa actualmente la sierra existía una cuenca de sedimentación que recogía por efecto del agua y del viento los sedimentos provenientes de la llamada Sierra de San Luis y de otra formación actualmente desaparecida. Entre éstos quedaban sepultadas las formas de vida que poblaban la zona. Luego de unos 20 millones de años, la cuenca se llenó. Nada se sabe de lo que sucedió con la región hasta 75 millones de años después, cuando, debido a los movimientos de la corteza terrestre, se elevó la cordillera de los Andes y, por un fenómeno de compresión y deformación, la cuenca sedimentaria se elevó, quebrándose, de la misma forma en que lo haría un bizcocho de hojaldre al ser apretado entre las manos. De ese fenómeno, al que se ha sumado durante los millones de años que siguieron y hasta la actualidad la erosión, surgió la sierra tal como se la ve actualmente, conformada por una compleja serie de valles y quebradas que permiten observar en la superficie materiales que tienen entre 120 y 100 millones de años de antigüedad.
Consecuentemente, el afloramiento de diferentes capas de terreno permite observar restos de formas de vida que habitaron la zona con millones de años de distancia. Aunque este fenómeno sólo es apreciable en detalle para los geólogos, el visitante que contrate a un guía puede apreciar estas huellas en el terreno. Otra maravilla le es dada: al descender hasta el valle central de la formación, conocido como Potrero de la Aguada, se retroceden millones de años de evolución, a razón de varios millones por paso.
El tesoro de Sierra de las Quijadas, aparte de su inagotable belleza, sus magníficas vistas y su modesta vegetación, es el de sus fósiles. En la región pueden apreciarse huellas de saurópodos -dinosaurios herbívoros, cuadrúpedos-, ornitópodos -herbívoros, bípedos o cuadrúpedos- y terópodos -carnívoros y bípedos-.
Quienes se interesen por las huellas que estos gigantes dejaron en su paso por la Tierra, sin duda disfrutarán de Sierra de las Quijadas, una excursión que debería complementarse con la visita al Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de San Luis, en la capital de la provincia, donde se pueden apreciar los más impresionantes ejemplares recogidos en la región.
Entre los cientos de piezas que recoge el museo se destacan dos especies de peces en un alto estado de conservación, una de las cuales no había sido reportada previamente a su hallazgo en Sierra de las Quijadas, plantas en flor de las más primitivas que poblaron el planeta y crustáceos de agua dulce, aunque la pieza más importante es la de un pterosaurio llamado Pterodaustro guiñazui, un reptil volador que, pese a que comparte varias características con el resto de los pterosaurios hallados, presenta una dentadura que lo vuelve único. Hasta la actualidad sólo han podido encontrarse ejemplares de este tipo en Sierra de las Quijadas.
Comunidad huarpe
La sierra también registra la presencia de una comunidad huarpe. Esta cultura aborigen desapareció luego del contacto con el español en el siglo XVI y se dispone de muy poca información sobre ella, de allí la importancia de los "hornillos" encontrados que parecerían haber sido utilizados para cocer cerámica. Hay un gran número de ellos en la región, pero su estudio -junto con el de grabados, restos de cerámica y de piedra encontrados- aún no ha sido emprendido sino de manera fragmentaria.
El último de los secretos que guarda la sierra -el que más incomoda a los visitantes- es su ubicación. A 126 kilómetros al noroeste de la capital puntana, es parque nacional desde 1991. Sus imponentes vistas recuerdan un paisaje lunar o el más familiar para el argentino medio del Cañón del Colorado, en los Estados Unidos.
Caracterizada por un clima árido que, sin embargo, es relativamente benigno en cuanto a temperaturas, Sierra de las Quijadas no es, sin embargo, un páramo. En ella crece una cierta cantidad de plantas, de una belleza austera y sufrida, y vive un impresionante número de animales. Entre ellos se encuentran varias especies en peligro de extinción como la tortuga de tierra argentina -llevada casi a la desaparición por su caza y utilización como mascota-, la boa de las vizcacheras, el pichi ciego pampeano, el gato moro, el puma, el zorro colorado, el zorro pampa, el guanaco, el pecarí de collar, etcétera.
También habitan el parque lagartijas, vizcachas, una enorme cantidad de pájaros que utilizan la sierra como lugar de reproducción y refugio, ñandúes, cóndores y halcones peregrinos. Además se avistan habitualmente quirquinchos, tuco-tucos, gatos monteses, burros salvajes y maras.
Esta impresionante Arca de Noé se encierra entre las paredes agudas de la Sierra de las Quijadas a la espera de un diluvio inminente. Algunas semanas atrás, la Oficina de Turismo de la provincia de San Luis lanzó una ambiciosa campaña de afiches con vistas a aumentar el turismo en la zona. En el concerniente a Sierra de las Quijadas se aconsejaba: "Diga que estuvo en el Cañón del Colorado". En opinión de este periodista, llegará el tiempo en que usted dirá: "Estuve en Sierra de las Quijadas" y su descubrimiento causará asombro y envidia. Y ese tiempo está llegando.