Rara vez son noticia y suelen permanecer siempre ocultos bajo un perverso pacto de silencio. Pero la cantidad de casos de abuso deshonesto de niños y adolescentes es significativamente alta y más elevada que el número de violaciones: durante el mes de enero de 2002 se registraron 11 casos de abuso frente a 3 violaciones en el departamento Rosario. Sin ir más lejos, el miércoles pasado fue detenido un hombre por abusar de su hija de 8 años cuando la madre se encontraba ausente. Se trata de un delito que no deja huellas, que tiene idénticos efectos psíquicos sobre la víctima que una violación y que suele ser su antesala: "El abuso sexual lleva bastante tiempo. El adulto actúa sobre la mentalidad del niño y lo va manipulando con fines propios hasta llegar a la violación", señaló la psicóloga Lucrecia Donoso.
El caso por el que fue detenido un hombre el 1º de febrero pasado en el barrio de Parquefield quedó en evidencia cuando la nena le contó a su madre que el padre la sometía a ciertas prácticas sexuales cuando ella se ausentaba para trabajar y sus hermanitos de 4 y 2 años dormían. Antes no se había animado a hablar porque el hombre había amenazado con agredirla y la chiquita lo creyó posible: varias veces había presenciado cómo su madre era golpeada por su papá.
No se trata de un hecho aislado. Casos como éste se repiten mes a mes en todos los barrios rosarinos. Según estadísticas del Centro de Asistencia a la Víctima de Delitos Sexuales de la policía local, el mes pasado se denunciaron 11 casos de abuso deshonesto de menores en el departamento Rosario. En ellos, las víctimas fueron niños y adolescentes de ambos sexos de entre 9 meses y 17 años sometidos por sus vecinos, padres, tíos, o padrastros.
Perfil del agresor
Aunque los casos de abuso -aquellos en los que no hay un acceso carnal directo- prácticamente no trascienden, siempre superan en cantidad el número de violaciones. El promedio mensual es de 14 casos de abuso y 11 violaciones, según datos del Centro. "El abuso es más frecuente numéricamente. Prácticamente duplica la cantidad de violaciones", señaló al respecto Mariel Arévalo, titular del organismo.
Pero detrás de los números se esconden las historias de cientos de chicos y chicas que padecen situaciones de abuso en las que "siempre el abusador es alguien del entorno", ya sea un pariente o un allegado a la familia.
"La violación por parte de un extraño en un callejón oscuro es lo menos frecuente. Los casos más comunes se dan dentro del entorno, porque la condición para que haya abuso es que exista una relación de confianza que le impide a la víctima ofrecer resistencia", describió Lucrecia Aranda, coordinadora del Area de la Mujer de la Secretaría de Promoción Social municipal.
De esta forma, el abuso se sostiene bajo "la idea de un secreto mantenido en función de una amenaza", según explicó la psicóloga del área, Lucrecia Donoso. Así, es frecuente que el adulto amenace al niño con golpear a la madre y el menor considere que esto es probable "porque ya lo ha visto castigar a un familiar", agregó Donoso.
Otra característica que se registra en los episodios de abuso, según apuntó Aranda, es que "donde existe abuso de menores hay todo un núcleo familiar comprometido en la problemática. A veces una demanda por el abuso que sufrió un niño deriva en el trabajo con la madre, por haber sido abusada desde pequeña o porque recibe un maltrato de la pareja".
Las respuestas
Una vez que la situación de abuso sale a la luz, ya sea por la intervención de un padre, un familiar o un docente, "lo primero que se hace es tratar de proteger a la víctima. Cuando se rompe el pacto de silencio que en general existe en la familia, se trata de evitar el contacto con el abusador, reconstituir lazos y brindar un apoyo psicológico al niño y a su familia", que suele experimentar sentimientos de culpa. "Esta culpa produce diferentes reacciones. A veces lleva a desestimar lo que el chico dice, a pensar que es mentira, porque esta verdad es muy dolorosa".
Cuando se trata de abusos de menores de edad, tanto en la repartición policial como en el Area de la Mujer llevan los casos a la Justicia, donde el abuso sexual simple -tal su denominación legal- contempla una pena de 6 meses a 4 años de prisión y se investiga en los juzgados penales de Instrucción.
Sin embargo, "son pocas las posibilidades de probar el abuso, porque se produce en una situación en la que están solamente la víctima y su abusador. Como el abuso no deja rastros, no deja vestigios objetivos, se convierte en uno de los delitos mas difíciles de probar", refirió Arévalo.