Año CXXXV
 Nº 49.385
Rosario,
sábado  09 de
febrero de 2002
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cartas
Deseo decir... gracias!

"La piel se les erizó. Gloria, euforia y orgullo corrieron por sus venas...". Así comienza la nota el periodista de La Capital en la página 12 del 6 de febrero. Observo el rostro del hombre en su trabajo, su alegría íntima en la convicción de la misión cumplida, su mano extendida en unión a su compañero de tareas. Veintiún operarios anónimos en el festejo, allí en las alturas, cerca del cielo, otros cientos en el silencio de sus recuerdos. La emoción es más fuerte y las palabras quieren salir todas juntas, pero haciendo un esfuerzo por ordenar ideas bien cabe citar la letra de una canción: "... eso de durar y transcurrir, no nos da derecho a presumir, porque no es lo mismo que vivir, honrar la vida..." Recuerdo aquella tarde del 17 de noviembre del 92. Cuánto tiempo pasó desde que dos gobernadores y un ministro de la Nación junto a unos pocos pobladores de Victoria les decían al país que la obra se "declaraba de interés nacional". Desde allí ya transitamos un largo camino, con muchas alegrías y no pocas desventuras, desde allí ya se puede empezar a decir... Gracias. Gracias a los que creyeron, porque pusieron su fe y alentaron la tarea. Gracias a los que no creyeron porque ayudaron a templar el espíritu para lograr cumplir con el desafío emprendido. Gracias a la inmensa cantidad de seres, hombres y mujeres que desearon este puente: un vínculo para el progreso de los pueblos, hacia el bienestar del hombre, hacia el trabajo, en definitiva hacia la vida. Y precisamente esa sensación de "una vida con honra", es la que me refleja la expresión del "obrero que festeja su trabajo", que sin duda lo dignifica no sólo porque le brinda su sustento sino porque lo coloca en el rol de creador de bienestar para otros, en ese importante papel de construir. Hoy que el mundo se cae en pedazos por todos lados, hoy aquí podemos decir con orgullo "tarea cumplida.... Y gracias.... por honrar la vida" de la mejor manera: construyendo para el progreso, para el trabajo, para el bienestar del hombre y de sus hijos , para contribuir a sostener una sociedad humana que cada vez sufre más carencias de todo tipo. Muchos han trabajado intensamente. La historia recordará a los más conocidos, de otros tantos no se sabrá nunca su accionar, pero en definitiva el hombre en su conjunto, nuestros pueblos: Rosario-Victoria, Argentina toda han demostrado que se puede. Cuando el deseo y la voluntad se unen, cuando la fe y el esfuerzo se sostienen, cuando el trabajo y el progreso están por encima de todo, el hombre puede. Gracias.

Juan Taleb Caram


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