Año CXXXV
 Nº 49.385
Rosario,
sábado  09 de
febrero de 2002
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Panorama
Agro: el nuevo escenario exige otros desafíos
Desaliento a las producciones intensivas o de alta tecnología. Qué hacer ante cada situación

Susana Merlo

Independientemente del resultado que arroje el balance de las nuevas medidas (cuando se clarifiquen y sea factible hacerlo), resulta evidente que el campo debe, a partir de ahora, hacer un profundo replanteo sobre la actividad y definir el esquema productivo a adoptar bajo las normas actuales, sensiblemente distintas a las que rigieron por casi una década. Dejando de lado el "arrastre" se sabe, por ejemplo, que a grandes rasgos el esquema adoptado no favorece a las producciones intensivas o de alta tecnología. Esto es así, entre otras cosas, por el mayor costo comparativo que tendrán (mejor dicho, que ya tienen) los insumos importados o con alto contenido importado, y por la rebaja del IVA a 10,5% que se prevé le provocará a los productores más tecnificados un crédito prácticamente estructural, o de muy difícil recuperación.
Es distinto el panorama según los rubros ya que no impacta de la misma forma el paquete económico en los rubros exportables que en los que van destinados al mercado interno. No es igual , el panorama para la soja que para la lechería o los cerdos, pero tampoco se puede tomar como real la visión simplista de los que sostienen que "el campo es uno de los principales beneficiados con la devaluación".Son muy distintos los resultados de los análisis teóricos por cultivo o rubro, del tipo de los márgenes brutos, etc., que los realmente obtenidos en el total empresario. Es la misma diferencia entre "la jugada de pizarrón" y la que se puede efectivamente hacer, luego, en la cancha.
Otro tema para nada menor y que también tiene mucho que ver con el esquema productivo que se adopte es la disponibilidad de crédito que, los primeros análisis ya indican que será muy restringido debido a la abrupta pérdida de credibilidad en la que cayó el sistema financiero argentino. Si no hay depósitos (y si no hay confianza de los ahorristas no los puede haber), entonces tampoco habrá que prestar y se sabe que el campo, al menos el moderno, no puede funcionar sin financiación.
Y es en este esquema de restricción financiera, insumos tecnológicos avanzados encarecidos (agroquímicos, equipamiento, , etc.), y falta de inversiones externas , sin mencionar lo que podría ocurrir con un eventual aumento en los combustibles o con la reimplantación de las retenciones, que el hombre de campo tendrá que plantear la nueva realidad de su empresa. Y allí es donde se prevé que se intentará producir al máximo posible (para licuar los costos), pero con la readopción de las tecnologías de costo cero, es decir, la mayoría referidas a "manejo" con aprovechamiento máximo de los recursos naturales ya existentes.
Esto, para muchos, puede implicar el abandono de la genética de semillas más avanzadas, ya que son muy exigentes en agroquímicos y fertilizantes, volviendo a variedades y tipos más tradicionales. Algo similar ocurre con la maquinaria y equipos, incluso, porque los repuestos de muchos de ellos será muy cara reposición. También comienza a trabajarse en el retorno de los esquemas ganaderos pastoriles, con rotativos, etc., muy racionales, pero de evidente menor intensidad. Y así sucesivamente. De riego, por ejemplo, muy pocos hablan.
Tal esquema, obviamente, va a repercutir en los resultados finales, no en cuanto a cantidad de tierra ocupada, sino en cuanto al rendimiento productivo por unidad de superficie. Esto, a su vez, va a incidir tanto en las inversiones por hectárea (lo que se trasladará al resto de la cadena de proveedores), como en el producido económico final de cada establecimiento. Esto último, sin embargo, puede llegar a arrojar resultados de rentabilidad hasta mejores en algunos casos ya que, si bien los ingresos totales pueden ser menores, los gastos también lo serán.
Y este, en definitiva, es el mecanismo que el campo adopta automáticamente cuando las reglas son inestables o inseguras: se cubre produciendo con costos mínimos y se ancla ahorrando en producción.Lo que queda claro es que el campo ya no se quiere endeudar (en buena parte, porque recuerda las altísimas tasas implícitas en los planes canje de la década del •80), y quizás no pueda hacerlo porque no hay quién preste.


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