Año CXXXV
 Nº 49.384
Rosario,
viernes  08 de
febrero de 2002
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Intento de robo a mano armada en el microcentro
Asaltaron al hermano de un joyero asesinado hace un año
Enrique Moliné repelió a los ladrones. Su hermano Sergio fue muerto en un hecho que sigue impune

Ariel Etcheverry / La Capital

Hace exactamente un año, cuando caía una intensa lluvia sobre el microcentro de la ciudad, dos delincuentes ingresaban a robar en la joyería Fénix, de Maipú 970, y asesinaban de un balazo a uno de sus propietarios, Sergio Moliné. El homicidio permanece actualmente impune porque la investigación policial no condujo siquiera a la detención de ningún sospechoso. Para colmo, y como una macabra coincidencia del destino, el hermano de la víctima revivió descarnadamente aquel dolor cuando una pareja de ladrones intentó asaltarlo anteayer en la misma escena del crimen. En esta oportunidad, el comerciante tuvo mejor suerte: logró arrebatarles el arma y los obligó a escapar.
Enrique Moliné fue sorprendido por los delincuentes el miércoles alrededor de las 15.30. Recién había abierto el negocio cuando entró una pareja interesada en comprar un juego de alianzas. Afuera, en la calle, recién paraba de llover. El hombre y la mujer recién llegados parecían de la misma edad, tendrían entre 35 ó 40 años. "No tenían pinta de delincuentes, parecían una pareja de novios común y silvestre y estaban bien vestidos", contó un colega de Moliné. Primero estuvieron mirando y seleccionando distintos modelos de anillos hasta que finalmente optaron por uno de los juegos que el joyero tenía en exhibición.
Fue en el momento en que supuestamente iban a pagar cuando se desencadenó todo. Moliné, según contaron sus allegados, comenzó a sospechar que algo raro sucedía con la pareja cuando la mujer apoyó su cartera sobre el mostrador para sacar el dinero y se puso tan nerviosa que no podía abrir el cierre. "Esperá que te ayudo", le dijo su compañero que enseguida echó manos al asunto. Entonces, cuando la cremallera del cierre se abrió apenas unos centímetros, Enrique alcanzó a ver claramente la culata de una pistola Bersa calibre 22.
La reacción fue casi instintiva. El joyero manoteó el arma al mismo tiempo que lo hacía el delincuente. Los dos comenzaron un tironeo de la Bersa casi con el mostrador de por medio, mientras que la muchacha salía corriendo del local y desaparecía por calle Maipú. La desesperación de Moliné por desarmar al ladrón llegó a tal punto que no dudó en morderle el brazo que sostenía la pistola "No me muerdas que tengo HIV", gritó el delincuente al comerciante, quien pese a esa advertencia no aflojaba con tal de que el maleante soltara el artefacto.
De esa forma Moliné logró desarmar al ladrón, quien llegó a implorarle "por Dios" que no lo matara cuando el joyero quedó apuntándole directo a la cabeza. Ante tanta súplica, el comerciante bajó el arma y entonces el delincuente salió corriendo a la calle, pero el comerciante prefirió no perseguirlo y sí llamar a la policía.

Investigación paralizada
El intento de robo en la misma joyería donde el año pasado ocurrió el crimen de Sergio Moliné motivó que los comerciantes del rubro, especialmente quienes tienen sus locales por calle Maipú, volvieran a reclamar por el esclarecimiento del episodio. "Tengo la sospecha de que la investigación está cajoneada", afirmó el presidente de la Asociación de Joyeros y Relojeros de Rosario, Sergio Obuljen. "En un año no se avanzó nada, es más, el caso está planchado. No tengo la menor idea de por qué sucede esto, aunque tengo mis sospechas, que no puedo comprobar", consideró el dirigente.
"Por ejemplo: se habló en su momento de la presencia de una camioneta ranchera estacionada muy cerca del local de Sergio y en la cual habrían escapado los asesinos. Nunca tuvimos novedades y creemos que esa pista no se aprovechó para seguirla", remarcó Obuljen.
Tras el crimen de Moliné, los joyeros de calle Maipú realizaron una medida de protesta que consistió en el cierre durante una mañana de sus comercios en reclamo de mayor seguridad. Además tuvieron reuniones con el ex ministro Ángel Baltuzzi y con las autoridades policiales de esa época, a quienes le reclamaron el esclarecimiento del crimen, cosa que ahora parece algo imposible.



Los robos tienen en alerta a las joyerías de Maipú al 900.
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