Año CXXXV
 Nº 49.382
Rosario,
miércoles  06 de
febrero de 2002
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Un conflicto étnico derivó en un crimen en nombre del honor familiar
Una chica kurda pagó con la vida su amor por un joven sueco
Su padre, un granjero analfabeto, se oponía al noviazgo. Ella fue de visita y él le disparó en la cabeza

Durante cuatro años el padre de Fadime Sahindal amenazó con matarla y por esa razón ella había abandonado su casa. La semana pasada la joven resolvió asumir un riesgo y fue al departamento de una de sus hermanas. Debía partir hacia Africa para continuar sus estudios y quería saludar a su madre. Eran las diez de la noche cuando resonó el timbre en el departamento. Al abrirse la puerta asomó la silueta del padre quien, armado y sin decir palabra, le disparó a su hija un tiro a la cabeza. Fadime, de 26 años, murió en los brazos de su madre.
El brutal asesinato todavía tiene a Suecia bajo conmoción y hasta la princesa Victoria, entre cientos de asistentes, acudió a los funerales. Es que el incidente puso de relieve los bruscos límites que tienen las relaciones entre culturas en un país receptor de inmigración. Fadime pagó el precio de enamorarse de un hombre equivocado y desafiar así los valores patriarcales de su cultura. Su padre es un granjero analfabeto de origen kurdo que se estableció en el país escandinavo, en la ciudad de Uppsala, en 1980. Toda la familia había llegado con él desde Turquía.
Los conflictos en la familia Sahindal tienen una larga historia. Los padres de Fadime la desalentaron a ella y sus hermanas de vincularse con chicos suecos en la escuela. Les inculcaron, en cambio, que lo más importante era tener como meta el retorno a Turquía y casarse allí. Ella creció bajo el control de su padre y su hermano menor.
Los problemas se acrecentaron en un curso de computación que Fadime tomó en 1996. Allí conoció y se enamoró de Patrick Lindesjö, un chico sueco, con el cual inició una relación pese a no tener ilusiones de ser comprendida en su casa. Por eso, durante un año, mantuvo el noviazgo en secreto, intentando no violentar aquello que su padre, Rahmi, de 56 años, llamaba el honor familiar.
Pero él se enteró de la relación. Y tomó a golpes a ambos. Pese a las advertencias la pareja se negó a ser intimidada. Los padres de Patrick visitaron a los de Fadime para interceder en favor de la relación pero fueron rechazados. Aunque Fadime se mudó de Uppsala, siguió siendo acosada y amenazada por su hermano. Ella acudió a la policía y el consejo de los oficiales fue simplemente que cortara el diálogo con su familia.
Fadime, que vivía atemorizada, pensó que la difusión de su caso le daría seguridad. Acudió a la prensa y contó las condiciones que afrontan las chicas kurdas que viven en Suecia. Inició un debate sobre integración y su caso tuvo amplia divulgación pública. La inacción policial frente a las amenazas familiares causó indignación a la opinión pública.
No obstante, en una visita a Uppsala el padre sorprendió a la pareja y la atacó. Especialmente a ella, a quien escupió en la cara y la insultó. "Maldita prostituta, te voy a cortar en pedazos", le dijo, según la denuncia que Fadime hizo a la policía.
"Me dijo que yo había sido rechazada por mi familia y que nunca más sería admitida en Uppsala. Y que si volvía a ir nunca saldría con vida de la ciudad", denunció Fadime. Su padre fue entonces formalmente acusado y condenado en un juicio por amenazas coactivas en 1998. Su hermano, que la insultó llamandola "ramera" en el tribunal, también fue hallado culpable.
Fue una victoria agridulce para Fadime: mantuvo sus convicciones a costa de perder a su familia. No obstante ella a menudo decía que amaba a su padre.

El último saludo
El 3 de junio de 1998, cuando la pareja se preparaba para mudarse a un departamento, el auto que guiaba Patrick chocó contra un pilar de concreto y él murió en el acto. Una investigación sumaria de la policía -que ahora fue reabierta- no encontró nada sospechoso en el accidente. Pese a su dolor Fadime no abandonó su prédica sobre el entendimiento intercultural. En noviembre de 2001 llegó a hablar en el Parlamento sueco.
Pero la semana pasada, el 27 de enero, la intención de saludar a la madre y sus hermanas fue considerada demasiado osada por su padre. El fue arrestado un par de horas después del crimen y en la primera audiencia ante una corte judicial admitió haberla asesinado. Llamó "prostituta" a su hija y dijo que la había matado para proteger el honor de su familia.
La historia movilizó profundas emociones en Suecia. El gobierno prometió destinar 200 mil euros -unos 160 mil dólares- para ayudar a las jóvenes que se encuentran en una situación similar a la que atravesó Fadime. Los funerales de la joven se celebraron anteayer con la concurrencia de seis grupos que representan a extranjeros radicados en Suecia. Ellos proclamaron que el sepelio de Fadime debía convertirse en un acto contra los hábitos patriarcales de culturas y etnias que aceptan los asesinatos por honor. Los restos de la joven están desde el lunes junto a los de su novio en un cementerio protestante.



De la familia de Fadime sólo mujeres fueron al funeral.
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