El mural de Siqueiros, realizado en 1933 en un sótano de la casa de Natalio Botana fue declarado el año pasado patrimonio cultural y luego monumento histórico con el fin de evitar su eventual subasta y traslado a otro país. Tras el fallecimiento de Botana, sus herederos se disputaron ante la Justicia la posesión de la finca, que estuvo varias décadas prácticamente clausurada, hasta que en 1991 sus nuevos dueños desmontaron el mural en varios paneles con el propósito de subastarlo fuera de la Argentina. Varias acciones judiciales evitaron que el mural fuera sacado del país y se dispuso guardarlo en cuatro contenedores de cemento y metal, que aún están apilados en un galpón al aire libre, lo cual ha llevado a los expertos a dudar sobre el estado de conservación de la obra. El mural pertenece actualmente a la empresa Dencanor SA, cuya representante legal y apoderada, Mirta G. Barruti, aclaró que "fue adquirido el día 4 de octubre de 1994, y en forma inmediata se comunicó la compra al Estado". El precio, según indicó, fue de 820.000 dólares. Desde un principio la empresa anunció que su propósito era mostrar la fantástica obra en distintos países del mundo, pero que siempre la devolvería al país.
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