Sergio Faletto / La Capital
Los directivos de Central aseguran que no tienen "nada elaborado" para presentar a la entidad en convocatoria de acreedores, pero admiten que la aprobación de la ley de emergencia productiva (o ley de quiebras) por la Cámara de Diputados representa un "inmejorable" camino para la reducción de las deudas debido a la pesificación del pasivo y a la prórroga de los plazos. Fortalecidos por las opiniones de diversos especialistas en la materia, las autoridades canallas buscan una concertación con los distintos sectores explicando la propicia ocasión para concursar a la entidad, "ya que con esta decisión se licuaría la deuda de Central y de esta manera se podría refundar el club", no se cansa de repetir uno de los referentes de la conducción auriazul. Esta idea que día tras día va cobrando fuerza también es bien vista por algunos sectores de la oposición, los que no obstante expresan sus dudas por la falta de fortaleza y unidad política para adoptar una decisión de tal magnitud. Conscientes de esta realidad, algunos integrantes de la comisión directiva estarían proyectando puentes de diálogo con representantes de otras agrupaciones para crear el consenso necesario en pos de la convocatoria de acreedores, tarea que no será para nada sencilla si los unos y los otros no se desprenden del rencor que se generó en las permanentes pujas electorales. Condición indispensable para transitar este u otro camino alternativo de solución, como el del gerenciamiento, modelo que muchos tienen en mente para desarrollar luego del concurso preventivo. También es cierto que la conducción que encabeza el vicepresidente Juan Carlos Campagna no dispone de la libertad suficiente para actuar debido a que el presidente Víctor Vesco aún no resolvió su situación dirigencial, ya que terminada la licencia no pidió una prórroga de la misma y tampoco presentó la renuncia, algo que anhelan varios dirigentes pero que no se animan todavía a decirlo públicamente. El escribano amaga por izquierda y sale por derecha, y este juego detiene la acción de sus pares. No obstante, el presidente por lo bajo dificulta su regreso, pero su salida está condicionada a que sus ex compañeros le liberen la firma por avales que según el propio Vesco superan el millón de pesos. En este terreno institucional árido es muy difícil que florezca una determinación política trascendente. Y Central hoy necesita de decisiones importantes. Mientras tanto, -y haciendo la salvedad de que Central no es el peor de todos los clubes sino simplemente uno de los tantos que tienen problemas- la recaudación por cuota societaria cayó considerablemente, los inconvenientes con los empleados por atraso salarial repercutieron en la calidad de los servicios que presta la entidad, los contratos publicitarios todavía están a la espera de firmas por falta de oferentes, los recursos genuinos cada vez son menos, y los negocios con los grupos inversores ya no constituyen una herramienta para oxigenar las finanzas. Entonces la reestructuración se presenta como inevitable. Pero para esto también es fundamental una decisión política. Los reclamos de los empleados son justos porque exigen el cumplimiento de lo pactado. Aunque lo pactado signifique abonarle a un encargado un sueldo de 3.800 pesos. El manejo electoralista de los clubes en época de bonanza es la génesis de este problema que hoy enfrenta Central en materia laboral, porque entre la ciudad deportiva y el estadio suman alrededor de 44 personas con una masa salarial que asciende los 44 mil pesos. Central necesita de una solución política, porque de ella dependerá la económica. Hasta tanto esto no suceda, el presente se devorará al futuro.
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