"El señor de los anillos" es una de las películas más esperadas de los últimos tiempos. Las razones de tanta expectativa son que la obra de Tolkien se consideraba casi inadaptable a la pantalla grande. Jackson demostró que era posible, pero el director neocelandés, un fan de Tolkien, no lo hizo solo. Contó con más de 300 millones de dólares para producir las tres películas, se dio el gusto de filmar en su tierra y lo acompañó un superejército de personal. Durante dos años, un equipo de más de 2.400 personas trabajó duro en Nueva Zelanda para hacer realidad la película. Expertos en animación digital, diseñadores de armas medievales, escultores, lingüistas, herreros, actores y más de 26.000 extras fueron parte del proyecto que ayer llegó a las pantallas argentinas con fuertes intenciones de quedarse.
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