Woomera. - Once menores afganos, de entre 14 y 17 años, alojados en los campos de refugiados australianos de Woomera, acordaron un pacto suicida si Australia no les brinda asilo. Hace 13 días los refugiados iniciaron una huelga de hambre en protesta a la rígida política inmigratoria de ese país. Los jóvenes son de origen afgano y se encuentran en uno de los campos de asilo más grandes y aislados de Australia.
"Hablan de saltar por las cercas de hierro, realizarse heridas con objetos filosos o ingerir sustancias tóxicas", declaró el abogado penal de los refugiados, Rob MacDonald. Según el letrado, la amenaza es muy real ya que "los muchachos piensan que es la única forma de salida. Dijeron que quieren un decisión inmediata por parte de los servicios de inmigraciones o pasarán a la acción".
El pacto suicida incluía inicialmente a 15 muchachos, pero luego se anunció la "deserción" de cuatro jóvenes iraquíes. Desde hace días, el campo de refugiados de Woomera ha sido escenario de rebeliones debido a la lentitud con que las autoridades tratan la confirmación de asilo en ese país y la decisión tomada por Camberra de suspender los pedidos de 2.000 refugiados afganos tras la caída talibán.
"Como animales"
Sin embargo, los 370 refugiados en huelga de hambre -entre los que se encuentran 162 hombres, 14 mujeres y 5 niños afganos- protestan también por las condiciones en que se encuentran en el campo, como temperaturas que alcanzan los 40 grados. "Estamos recluidos como animales", aseguró uno de los refugiados. En Woomera, el centro de detención se encuentra en un antiguo campo de lanzamiento de cohetes, del tamaño de Inglaterra, y las temperaturas estivales llegan a los 40 grados centígrados o más.
Las huelgas de hambre de los solicitantes de asilo, en su mayoría de Afganistán y de Medio Oriente, se llevan a cabo en cuatro de los seis centros de detención de Australia desde que unos 200 detenidos en Woomera, a 475 kilómetros al norte de Adelaide, dejaron de consumir agua y alimentos hace 13 días. Los refugiados protestan contra los meses, y a veces, años, que demora procesar sus reclamos.
Los incidentes en Woomera empezaron hace un año y medio con la fuga de 500 refugiados, que manifestaron en forma pacífica en un centro comercial antes de regresar. En diciembre, tres días de violencia costaron heridas a 21 guardias del centro.
La semana pasada, 15 personas trataron de ahorcarse mientras que otras ingirieron shampoo y detergente con el objetivo de intoxicarse. A su vez, otros 46 refugiados se cosieron los labios en señal de protesta. Mientras tanto -al tiempo que la Cruz Roja y los obispos católicos de Australia han condenado el régimen de detención obligatoria para los solicitantes de asilo- el ministro de Inmigración, Philipp Ruddock, expresó su incredulidad respecto de la voluntad suicida de los jóvenes. Por su parte, John Howard, primer ministro de Camberra, declaró que "preferiría que la huelga de hambre no hubiera tenido lugar, pero ceder no es la solución". (Ansa, Reuters)