A lo largo de su obra, Bourdieu examina y descalifica los pares de oposiciones clásicos de las ciencias sociales. Para él, dicotomías como objetivo/subjetivo, orden material/orden simbólico o teoría/práctica son de imposible abordaje a menos que se las considere en interacción dialéctica. El marco conceptual para superar esas alternativas lo desarrolla con nociones originales como campus, habitus o capital. Todas estas nociones participan en la construcción de la realidad social que para Bourdieu se organiza colectivamente. Los habitus son principios generadores de prácticas, "estructuras que funcionan como estructurantes", representaciones que se adaptan a su fin sin que eso suponga "la búsqueda consciente de fines". El habitus determina orientaciones políticas pero también gustos y formaciones perceptivas. Es una especie de punto articulador de estructuras sociales externas e internas de la subjetividad, un espacio de convergencia entre lo social e individual, como punto de única realidad. El campo, otra noción clave en el aparato teórico de Bourdieu, es un espacio de mediación entre individuo y sociedad. Es un terreno sujeto a disputa de contendientes que tratan de apropiarse de un capital (cultural económico, religioso, simbólico). Los agentes que pugnan por ese capital establecen relaciones simbólicas en tanto usan y consumen bienes. Ellos disponen un juego de intereses específicos buscando consolidar o alterar ese campo.
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