Un sitio de Internet creado en Argentina para acercar los niños a la ciencia cautivó a los pequeños cibernautas, paradójicamente, empujándolos fuera de la pantalla de la computadora. La página de Experimentar (www.experimentar.gov.ar) diseñada y renovada en la Secretaría de Ciencia y Técnica (Setcip) no quiere, tampoco, formar científicos precoces.
"Queremos, en cambio, que los chicos comprueben que hay ciencia en todos lados en la vida real y que todos, sin excepción, pueden disfrutar con ella", dice la directora del proyecto Experimentar, la bióloga Melina Furman.
La página web nació en noviembre del 2000, con la difícil tarea de "transformar a la ciencia en una aventura fascinante" para chicos y jóvenes. Al final del 2001, los 450 visitantes diarios a Experimentar hace pensar que va logrando sus metas iniciales.
Furman está al frente de un equipo que renueva contenidos (Gabriel Gellon y Ariel Zysman), cuida el diseño (Diego Blank) y desarrolla ilustraciones (Roberto Cubillas).
En la cabeza de los promotores de Experimentar estaba crear nuevas conexiones de los niños y jóvenes con la ciencia, hasta allí casi exclusivas de las ferias regionales y nacionales.
Tenía que ser divertido pero riguroso en sus contenidos, debía desmitificar la distancia entre la ciencia y la vida cotidiana, con una diáfana de combinación de textos cortos y animaciones para aprender pronto.
Un puente
"Que los pibes no se quedaran frente a la pantalla, sino que el sitio fuera un puente, que salieran a completar la experiencia al mundo real", explicó Furman.
Esa es la razón por la cual las secciones El Enchastre, Bichos, Máquina Viva, Planeta Tierra y Arte Ciencia proponen a los cibernautas curiosas ideas que necesitan de la experimentación para responder preguntas y debatirlas en los foros.
Experimentar pretende que los chicos se topen con un espacio entretenido en el que descubran ideas abstractas que, después de la experiencia en la vida real, resignifiquen y absorban como algo cercano a sus vidas.
Así, entre las 40 actividades de las secciones se aprende física en un sube y baja, fabricar tinturas con verduras, reproducir un arco iris real en miniatura o enchastrarse con alguna justificación científica.
"No queremos que los chicos se queden pasivos ante la imagen, o que la interactividad se reduzca a la pantalla, como hace mucho software educativo", señaló Furman.
Pedagógicamente, Experimentar apunta a crearle a los visitantes un "desequilibrio" que los chicos no puedan explicar con lo que saben hasta allí, y después ayudarlos a superar la angustia dándole elementos a comprobar.
Los chicos no están solos: van por la página acompañados de Globus Palidus, que les da ideas; Empirio, que hace cosas pero sin pensar, un Monito Preguntón que confirma que todos tenemos dudas y necesitamos tiempo para aprender las cosas.
A su turno, la Doctora Omega discute y discute, debate y refuta, y siempre se cruza en medio de todos Detritus, porque en esta página web lo asqueroso no merece ser prohibido: es cosa de chicos.
Por fin, don Max Alcachofa se encarga de resolver misterios de cocina donde intervienen fenómenos químicos y físicos que las madres practican pero los niños pueden ahora explicar, por el puro gusto de hacerlo.
"La verdad es que no queremos formar científicos. Al contrario, que sea más útil para los que menos interesados estén por la ciencia según se la han presentado en la escuela", confirma la responsable del sitio.
El primer año de vida de Experimentar ha sumado un visitante extranjero de cada cinco, la mayoría de España y México.
Un concurso de cuentos de ciencia ficción fue uno de sus primeros mejores pasos, con la participación de 180 chicos y jóvenes que debían escribir el final de un relato planteado por los creadores del sitio. (Télam)