Mauricio Maronna
El gobernador Carlos Reutemann está convencido de que la bronca de la sociedad con la clase política es como un bólido de Fórmula 1 que entra a la última recta dispuesto a todo, sin meter el freno hasta recibir la bandera a cuadros. Y que la clase media, precisamente, ya le bajó la bandera a una determinada forma de hacer política. Las chicanas sobre su presunta "tibieza", que le endilgan usinas vinculadas a la interna del PJ y algunos periodistas porteños, logran alterar, a veces, el ánimo del titular de la Casa Gris. "Me importa un carajo si no me dan la reelección, no hay problema. La sensación de alivio que experimenté cuando le entregué el poder a (Jorge) Obeid en el 95 fue sincero, aunque muchos no me crean. Si el gobernador no es reelecto sinceremos las cosas. Acá todos se eternizan en sus cargos, menos el que tiene la responsabilidad mayor en la provincia. Hay reelección indefinida para intendentes, diputados, senadores y concejales, menos para el gobernador. Entonces, si no hay consenso, cortemos por el espanto: no habrá reelección para nadie", hizo catarsis el Lole en la intimidad de su despacho. Desde la política real, razones no le faltan. En Santa Fe, como un reduccionismo de lo que sucede a nivel nacional, todos los que tienen cargos legislativos o ejecutivos poseen la chance de eternizarse en sus bancas, y varios hablan, con cierta hipocresía, de "la inconveniencia de darle la reelección al gobernador por una cuestión de republicanismo". Por eso, Reutemann les bajó la orden a los encargados de profundizar la búsqueda de consenso con los partidos políticos con representación parlamentaria: "No quiero que mi reelección aparezca como el único motivo para hacer la reforma". Reutemann coincide con lo que alguna vez Hermes Binner sentenció sobre la realidad política argentina: "Acá los viejos dirigentes actúan como tapones que frenan el recambio dirigencial". No es necesario agudizar los sentidos para darse cuenta de que la sociedad está dispuesta a sacar los tapones de una buena vez. Sin embargo, la posibilidad de reelección del gobernador es algo que figurará en la agenda de la reforma y quedará establecido como un mecanismo similar al que ahora tiene la Nación. Lo más razonable es que la posibilidad de continuar al frente de la Casa Gris para el gobernante de turno sea solamente por cuatro años y que le esté vedada por un período intermedio. El anticipo que publica La Capital depende, sin embargo, del anuncio que (creen en Santa Fe) hará Eduardo Duhalde con una convocatoria a elección de convencionales constituyentes. "Nosotros vamos a esperar que la Nación tome la delantera y, de inmediato, trataremos de sacar la declaración de necesidad de la reforma", dijo a este diario uno de los arquitectos de la modificación. "Hay que tener en cuenta que no habría sobresaltos si Duhalde llega hasta el 2003, pero si hay elecciones adelantadas se deben revocar los mandatos de todos y elegir diputados, senadores, legisladores provinciales y concejales. En ese escenario, los que actualmente somos políticos no nos vamos a salvar, pero hay que recuperar la confianza por medio de gente nueva. Solamente van a quedar aquellos que tengan las características del padre Ignacio", amplió descarnadamente el informante. Los que trabajan en el borrador de la reforma parecen haber entendido que la crisis no es solamente de las agrupaciones políticas, sino que es una cuestión que apunta a la gobernabilidad del sistema. Es por eso que también se apuntará a la modificación estructural del funcionamiento de los partidos, a la disminución del costo del Estado, a la eliminación de los empleados ñoqui, a un nuevo mecanismo para dirimir las internas, a la eliminación de Concejos Municipales en poblaciones pequeñas y a que ningún funcionario, legislador o juez pueda tener un sueldo mayor que el del gobernador. Para completar el esquema innovador, la nueva Constitución verá reflejada en sus artículos cuestiones tales como los nuevos derechos del consumidor, la iniciativa popular (por medio de consulta, plebiscito y referéndum), el medio ambiente y el hábeas data. La necesidad y urgencia para clavar el cuchillo hasta el hueso tiene una lógica que perturba a los actuales políticos: temen que a la hora de convocar a elecciones de convencionales para una reforma light reaparezcan como un alud los votos a Clemente o a Bin Laden. "Ya nos pusimos el aceite verde; cuando Duhalde baje la orden salimos a la cancha", concluyó una de las fuentes.
| Reutemann se cuida mucho de no hablar de reelección. | | Ampliar Foto | | |
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