Año CXXXV
 Nº 49.365
Rosario,
domingo  20 de
enero de 2002
Min 20º
Máx 32º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Editorial
El flagelo de la desnutrición

En la Argentina el índice de mortalidad infantil es sumamente elevado. Y se vuelve más preocupante si se lo compara con lo que sucede en los países industrializados. Como dato sirve señalar que en Estados Unidos es del 8 por mil y en nuestro país trepa al 21 por mil. Y las principales causas por la cual muchos chicos mueren son la desnutrición y la extrema pobreza, dos flagelos que hoy se sienten con todo rigor sobre millones de compatriotas que no tienen posibilidades de hacer frente a las necesidades básicas.
La desnutrición es el resultado final del subdesarrollo y de poco servirá que se alimente temporariamente a un niño si luego será devuelto y olvidado en un ambiente de postración. Los especialistas en la materia sostienen que para quebrar la desnutrición es imprescindible abordar de modo integral la problemática social que da origen a la extrema pobreza abarcando aspectos nutricionales y de educación para la salud, entre otras facetas.
Más que contradictorio, puede afirmarse que resulta perverso que en un país rico como el nuestro sea tan alto el nivel de desnutrición con las tremendas consecuencias que acarrea. El daño a nivel cerebral será irreversible si antes de los dos años el chico no es recuperado. El daño no es solamente para quien lo padece; la multiplicación de casos semejantes termina irremediablemente dañando el tejido social de toda la comunidad.
En nuestra ciudad la red de contención desplegada a nivel municipal principalmente y con el apoyo de la provincia y organismos no gubernamentales es efectiva y procura disminuir este dramático problema. Pero en los tiempos que corren las necesidades crecientes exceden capacidades y buenas intenciones y requieren que se redoblen los esfuerzos coordinadamente.
La salud del pueblo es el bien más preciado que posee una nación. Si se hace carne en todos que educar es invertir a futuro y la solidaridad uno de los pocos bienes que al ser gastada aumenta, se estará dando un gran paso adelante para enfrentar este flagelo hasta desterrarlo para siempre.


Diario La Capital todos los derechos reservados