Año CXXXV
 Nº 49.365
Rosario,
domingo  20 de
enero de 2002
Min 20º
Máx 32º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Análisis político
El peso de los números

Darío del Arco

La realidad económica sigue marcando el ritmo de la administración duhaldista. Todos los esfuerzos en la Rosada están puestos en flexibilizar el "corralito", definir el presupuesto y abrir el camino hacia la misión que, hacia fin de mes, pisará Washington para tratar de convencer a los Estados Unidos de que es "imprescindible" una ayuda para la Argentina.
En la administración Duhalde tomaron nota de los últimos dichos de George Bush. "Sólo ayudaremos a Argentina si presentan un plan sustentable", reiteró el norteamericano.
Y, en eso, están los equipos de Jorge Remes Lenicov. Duhalde es consciente que no llegará un peso al país de los organismos internacionales si no exhiben un presupuesto creíble y fuertes recortes en los gastos de la política.
Atento al juego, en las próximas horas, el gobierno lanzará con fuerza la idea de una reforma que podría ahorrar miles de dólares al Estado.
El presidente no quiere que, a fin de mes, tanto Remes Lenicov como el canciller Carlos Ruckauf, lleguen a los Estados Unidos con las manos vacías.
Es por eso que también apura -aunque en los papeles juega sólo como un actor de reparto- la marcha de la concertación en el marco espiritual creado por la Iglesia.
Tanto los obispos como el propio presidente creen que la Argentina está al borde de la disgregación y que sólo una atinada maniobra de políticos, empresarios, productores, banqueros, sindicalistas y trabajadores puede salvar al país de ese calvario.
En el oficialismo estiman que para fines de febrero deberían estar medianamente claros los temas básicos de concertación, lanzada con pompa el lunes en la Iglesia Santa Catalina de Siena.
"Tiene que ser una concertación rápida" le escuchan decir seguido a Duhalde. Y, debe ser rápida, al menos, por dos motivos: para encontrar soluciones a los problemas más acuciantes del país y para exhibir en la comunidad internacional una señal de que, ante la crisis, todos los sectores están unidos en la Argentina. Creen que, de ese modo, podrían lograrse apoyos que de otra manera no se conseguirían.
No son muchos los que recuerdan a una jerarquía de la Iglesia tan comprometida como la actual. Pasó de los documentos -a veces críticos, en su mayoría diplomáticos y lánguidos- a asumir un rol protagónico.
Sólo el tiempo dirá que es lo que la Iglesia le puede aportar al país, con la ayuda de la ONU, tras maratónicas reuniones con banqueros, sindicalistas, políticos, empresarios y otras organizaciones no gubernamentales.
En el gobierno, por lo pronto, celebran la actitud de monseñor Estanislao Karlic y creen que la concertación es una excelente "red de contención" para la administración duhaldista.
También son conscientes que la concertación dará frutos a plazo fijo pero que, ahora, hay que enfrentar lo que denominan la "inmediatez". En la "inmediatez" está la situación social explosiva, las provincias con dificultades, la sociedad malhumorada, los desocupados y los pobres sin contención, etc, etc, etc.
Con este escenario, Duhalde habló con Bush y creyó haber encontrado más de lo que podía esperar. En rigor, el contacto telefónico gestado por Ruckauf tenía varios objetivos pero, fundamentalmente, uno: despegar la imagen de Duhalde de la del venezolano Hugo Chávez.
Por eso, en la jerga interna del gobierno, la misión que encabezó el canciller se llamó internamente "no Chávez", en alusión a la necesidad de aclarar que Duhalde no es nacionalista ni populista, ni autoritario como el venezolano.
La misión de Ruckauf cerró en parte el camino político. Remes tendrá a su cargo completar el andarivel económico.
En ese marco, el hecho de que el norteamericano haya hablado por sí con el brasileño Fernando Henrique Cardoso, con el chileno Lagos y con el mexicano Fox muestra la preocupación de los Estados Unidos por la crisis argentina.
El propio Fox, incluso, le suministró a Duhalde nombre, apellido y teléfono de un experto en problemas bancarios y financieros que trabajó durante el tequila.
Duhalde ya habría discado el teléfono del técnico, mientras que desde Economía se contactó al chileno Hernán Büchy, artífice de la saneada economía trasandina.
Sólo algunos chisporroteos pudieron anotarse en el terreno político. Un sector del ala política del gobierno terminó por tumbar a Roque Maccarone, al frente del Central.
La figura del radical les vino como anillo al dedo para justificar varias desprolijidades del equipo de Remes, con marchas y contramarchas, en cuanto a montos de pesificación y flexibilización de algunas medidas.
Otra aspereza tuvo a Carlos Menem como protagonista. Siguió disparando munición gruesa desde México. Reiteró que a su juicio Duhalde es un "inepto", dijo que son "pésimas las nuevas medidas económicas" y, luego de varios cruces con defensores del presidente, se retractó.
Sus dichos lo dejaron a la intemperie. Ni sus más estrechos adherentes suscribieron su embestida. Carlos Reutemann reprobó su actitud mezquina, enancada en lo que ya se percibe como una clara campaña política hacia el 2003.
En tanto, mientras el gobierno busca moldear los dientes de la llave que le entregue soluciones a los males de la economía, el malhumor social no se aplaca.
Los cacerolazos contra la Corte -por haber convalidado el corralito- son cada vez más fuertes y masivos y el gobierno sabe que, en cualquier momento, se reeditan las protestas contra la propia administración central.
Una administración que no cree demasiado en las denuncias sobre masivas fugas de capitales en camiones, como algunos dicen, pero que recibiría con los brazos abiertos cualquier dato que le permita llevar a un político, un economista o un banquero tras las rejas.



Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados