Año CXXXV
 Nº 49.361
Rosario,
miércoles  16 de
enero de 2002
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Cuidador cuidado
En la satisfacción de las necesidades del adulto mayor, la familia descuida los requerimientos del protector

Belén Travesaro

La vejez de un ser querido enfrenta al grupo familiar a las dudas sobre quién se hará cargo de su cuidado, dónde, cómo y porqué. La ayuda a brindar varía según el estado de salud del adulto mayor. Algunos pueden manejarse solos y requieren de una mínima atención, mientras que otros, por su patología, solicitan mayor dedicación. Cualesquiera sean las necesidades, conviene no perder de vista las necesidades del responsable de brindar los cuidados ya que en ocasiones deja su propia vida en un segundo plano.
Para la profesora Sonia Cid, miembro del Instituto de Capacitación y Formación Prof. "Luis A. Nazareno", que a partir de este año ofrecerá en Rosario la licenciatura en gerontología, "lo más aconsejable es la asignación de una sola persona para el cuidado del adulto mayor, ya sea alguien especializado en el tema o un familiar". En este último caso, cuando no sepa como manejar alguna situación deberá llamar a un profesional médico o personal de enfermería.
Debido al aumento de la franja de adultos mayores que requieren cuidados especiales, Cid opinó que "cada familia tiene historias de vida diferentes. Por lo tanto, quién lo cuida, dónde y de qué manera dependen de los vínculos establecidos, los tiempos y el nivel socioeconómico", expresó.
Al respecto aclaró que por un lado están los adultos mayores con dependencia psicológica, a los que les faltan ocupaciones, proyectos y no tienen un ambiente que los contenga. "Esto puede llevar a la depresión, lo que influye directamente en la salud", dijo.
Por otro, aquellos con enfermedades como Alzheimer y Parkinson, que requieren de atención y contención en forma casi constante. "En estas últimas, muchas veces se requiere de la internación, debido a que el adulto mayor necesita de un tratamiento medicamentoso", agregó.

Atención constante
El esposo de María Elisa Righetti tiene Alzheimer. Ella es miembro de Alma, la entidad que nuclea a familiares y enfermos. De acuerdo a su experiencia, lo mejor es contratar a un tercero para que cuide a la persona afectada. "Si se cuentan con los recursos necesarios, lo más conveniente es pedir la ayuda de una persona capacitada, ya que de otra forma se pierden los propios espacios y la vida personal pasa a girar únicamente en torno de la persona que padece la afección", dijo.
"El enfermo afecta al familiar cuidador y llega un momento en el que necesita atención constante debido a que el paciente pierde movilidad y deja de comprender cuestiones primitivas. Por eso, muchas veces una sola persona no puede cubrir todas las necesidades y requiere de la ayuda de un tercero", expresó Righetti.
Respecto de la relación con el enfermo, Righetti comentó que el "reproche no cuenta y el cuidador debe estar dispuesto a no entrar en conflicto. "Muchas veces el paciente con Alzheimer actúa mal porque no entiende, por lo que no se lo debe reprender, y cuando necesita o pide algo que no se le puede dar se debe desviar la conversación, distraerlo", aconsejó.

Internación en el hogar
Ante un familiar mayor con necesidades de atención permanente comienzan a evaluarse las posibilidades de internación en una institución. "Lo mejor es una internación en el propio hogar y con cuidadores. De esa forma, no se lo desplaza de su núcleo familiar", dijo Righetti.
Si en cambio se opta por alguna institución, "la internación no equivale al olvido, se lo debe seguir acompañando", remarcó, además de resaltar la importancia de la calidad de atención del lugar y del grupo de enfermeras.
Sin embargo, en los casos donde surge la necesidad de internación y no siempre se cuentan con los recursos disponibles, los familiares se suelen turnar para los cuidados.
Cuando no existe quien pueda ocuparse siempre, la persona mayor suele deambular de un lado a otro. Al respecto, la profesora Sonia Cid dijo que este traslado constante afecta la salud del enfermo. Lo más aconsejable en estos casos es contratar un cuidador, que puede ser un familiar, amigo o alguien especializado, quien cuando lo necesite, pueda pedir ayuda a algún profesional (médicos, psicólogos o personal de enfermería).
Si bien muchas veces la toma de decisiones sobre quién lo debe cuidar, si se lo debe internar en una residencia o quién de la familia tiene más disponibilidad horaria para ocuparse de algunas tareas suele despertar conflictos y desacuerdos en el seno familiar, la experiencia de cuidar a un adulto mayor puede ser satisfactoria.A través de la cobertura de sus necesidades el cuidador puede llegar a descubrir en él mismo cualidades o aptitudes que, de otra forma, hubieran pasado desapercibidas.



Es conveniente la ayuda de una persona capacitada.
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