Año CXXXV
 Nº 49.359
Rosario,
lunes  14 de
enero de 2002
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Nuevo plan. Una misión técnica arriba al país en un clima de tensión
El FMI envía una patrulla financiera
La relación se enrareció luego de que el gobierno pidiera silencio a los funcionarios del organismo

Una misión técnica del Fondo Monetario Internacional (FMI) arribará hoy a Buenos Aires para analizar distintos temas vinculados con el sistema financiero, sin que la visita implique el inicio formal de una negociación con el organismo en torno de la definición del programa de ayuda financiera que reclama la Argentina.
La delegación desembarcará en Buenos Aires poco después del cortocircuito que protagonizó el viceministro de Economía, Jorge Todesca, cuando salió al cruce de las declaraciones de la subdirectora del Fondo, Anne Krueger, sobre la inconsistencia del plan económico presentado por el gobierno de Eduardo Duhalde.
"Cuanto menos hablen, mejor", dijo el viceministro el sábado pasado, tras pedir a los funcionarios del organismo que moderen sus opiniones respecto de la situación en el país.
Durante la última semana, casi a diario, un funcionario del FMI presionó públicamente al gobierno de Eduardo Duhalde para que exponga lo antes posible un programa económico "sustentable" y que asegure el crecimiento económico del país.
La insistencia llevó a Todesca a reclamarle al Fondo que hable menos y permita al gobierno trabajar con mayor tranquilidad.
En su única exposición pública, el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, aseguró que hacia fin de mes, cuando el presupuesto 2002 esté aprobado por el Congreso, el gobierno estaría en condiciones de enviar una misión a Washington para presentar el plan económico y retomar las negociaciones con los acreedores externos.
Estas condiciones son las mínimas para tener algo de éxito en el pedido de 15 mil millones de dólares que la Argentina pretende hacerle a los organismos internacionales para financiar el arranque del nuevo modelo económico.
Pero las cosas no son fáciles. Ya desde el inicio, el Fondo comenzó a impugnar el régimen cambiario doble que instrumentó el gobierno para transitar los primeros meses de la devaluación.
El mismo día que confirmó el arribo de una misión técnica del organismo al país, Krueger, insistió en señalar que "Argentina aún no avanzó hacia un programa coherente", por lo cual aún era muy prematuro hablar sobre una eventual ayuda financiera. El FMI no ocultó su preferencia para que la Argentina se encamine directamente hacia una flotación libre del peso lo antes posible. Teme, entre otras cosas, que el manejo del tipo de cambio oficial se convierta en una barrera proteccionista para las importaciones de los países centrales, que son los que más aportan al organismo.
El otro punto es la negociación con los acreedores externos. Antes de irse, Cavallo dejó casi cerrado el megacanje de títulos de deuda a nivel local y sentó las bases para una reestructuración del pasivo con los poseedores de bonos del exterior.
Luego vinieron los cambios políticos y la declaración del default. Aún así, el gobierno siguió pagando los vencimientos correspondientes a los organismos multilaterales, de modo de no dejar caer los programas de asistencia que ahora están vigentes, aunque suspendidos, como el crédito del Banco Mundial a Santa Fe.
Fuentes del Palacio de Hacienda se inclinaron, en conversaciones off the récord, por mantener el régimen ya establecido de canje de títulos con los acreedores locales pero, una vez declarado el default, van por más en la reestructuración con los acreedores internacionales. El gobierno quiere no sólo una baja en la tasa de interés sino también una quita de capital.
Krueger, representante de los intereses norteamericanos en el Fondo, es la autora de una iniciativa que cayó como una bomba en Wall Street, y que consiste en permitir que los países emergentes se declaren en convocatoria de acreedores. La propuesta es parte de las presiones del Departamento del Tesoro estadounidense por cargar sobre los hombros de los bancos de inversión el costo de los default provocados por las malas políticas crediticias. Aún así, el plan de Krueger es sospechado por el gobierno de George Bush porque podría ser la llave para que los países endeudados terminen armando un club de deudores.
Este convulsionado marco de negociaciones internacionales constituye el farragoso escenario dentro del cual se debe mover el gobierno, que como primera medida está diseñando un presupuesto que refleja la realidad de la bancarrota. Los hombres de Economía incorporaron ya el ahorro por la cesación de pagos pero eso no alcanza para equilibrar las deudas. Sobre la base de una proyección de crecimiento nula para la economía, estudian mantener los recortes a estatales y eliminar el piso de la coparticipación a las provincias.
Además, preparan la emisión de Lecop para financiar las deudas con el sector público y los Estados del interior. Durante la administración del ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, el FMI cerró el financiamiento a la Argentina bajo el paraguas de explicaciones formales, como que "no" estaban dadas las condiciones para "revisar el programa". En cambio, en esta ocasión giró 180º y pone sobre el tapete directamente los puntos que no son de su interés.



Antes del préstamo Remes quiere el presupuesto.
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