La Fundación Capital, que dirige el economista Martín Redrado, realizó un análisis sobre las consecuencias de la devaluación del peso dispuesta recientemente, concluyendo que esta medida "potencia la magnitud del default" y vuelve "imprescindible la solvencia fiscal", ya que en vez de resolver los problemas fiscales, "en principio, los agrava".
El estudio considera que "el reciente sinceramiento" del gobierno al salir de la convertibilidad, a través de la devaluación del peso del 28,6% (al pasar la paridad cambiaria oficial de $ 1 = u$s 1 a $ 1,4 = u$s 1), "sin duda ha alterado el análisis económico que se pretenda hacer de ahora en más sobre cualquier sector de la economía argentina".
Señala que el impacto sobre el sector público es un tema muy importante a analizar, sobre todo si se tiene en cuenta la fragilidad de las finanzas estatales previa a la devaluación, y el cuadro de ausencia de crédito al que deberá hacer frente el país en el corto plazo.
El trabajo indica que la devaluación "lejos de resolver los problemas fiscales preexistentes (déficit fiscal permanente y endeudamiento creciente), la alteración del régimen cambiario y monetario, en lugar de contribuir a la resolución de los problemas fiscales, en principio los agrava".
Más difícil de pagar
La Fundación Capital advierte que es mucho mayor la magnitud del default necesario para que el sector público recupere viabilidad. Desde un punto de vista estático (sacando una foto de la deuda y de la estructura de ingresos y egresos del Estado nacional al 31 de diciembre de 2001), la decisión de devaluar la moneda doméstica ha producido un abrupto deterioro sobre las finanzas públicas: \u El cociente Deuda Pública/PBI se incrementa drásticamente: salta del 53,2% al 79,8%. Ello, como consecuencia de que la deuda esta nominada en moneda fuerte (en un 98%), y por lo tanto no se licúa con la devaluación. En tanto, el producto sufre el impacto de la alteración del tipo de cambio a pleno.
u Tomando la estructura de ingresos y egresos del sector público nacional de 2001, se observa que la decisión adoptada en materia cambiaria produce un leve incremento del déficit fiscal medido en dólares, y de mayor significación en términos de PBI. Es que mientras que todos los ingresos del fisco se generan en pesos, y por lo tanto sufren la licuación en términos de dólares que provoca la devaluación, una parte de los egresos como los intereses de la deuda se pagan en moneda fuerte y por lo tanto no cuentan con el beneficio de la licuación en dólares producto de la alteración del tipo de cambio. Así, el déficit en dólares se incrementaría (pasando de u$s 9.300 millones a u$s 9.437 millones), el PBI cae en mayor medida, determinando de este modo un incremento del cociente Déficit Fiscal/PBI, desde el 3,4% al 5,2%.
Los analistas de la Fundación Capital observan que sin medidas de fondo, el próximo presupuesto requerirá de financiamiento inflacionario. No obstante, señala que además del análisis estático de las consecuencias de la devaluación, se debe hacer un análisis en términos dinámicos.
Así, se nota que la agudización de la crisis económica durante el segundo semestre de 2001 rompió el fuerte vinculo observado entre la evolución del nivel de actividad y la recaudación a lo largo de los más de 10 años en los que tuvo vigencia el tipo de cambio $ 1 = u$s 1.
En la segunda mitad del año pasado la recaudación cayó un 13,3%, el nivel de actividad un 4,9% y los precios se redujeron un 1,4%.
A la tendencia descendente de la recaudación, que se fue evidenciando en el transcurso del año, se agregan las implicancias del cambio de régimen a la hora de proyectar los ingresos y egresos del sector público para este año.
Frente a este nuevo escenario de gran incertidumbre económica, la proyección de cualquier variable macroeconómica se torna muy frágil. Al solo efecto ilustrativo vale la pena referenciar el distinto grado de desequilibrio de las cuentas fiscales que se produciría con distintos niveles de incertidumbre.
Así, si la recaudación cayera en 2002 en la misma medida que lo hizo en 2001, el déficit fiscal sería del 1,7% del PBI. En el otro extremo, si el comportamiento a lo largo del año fuera el de diciembre último, el desequilibrio sería equivalente al 5,6% del PBI.
Hora de reformas
El estudio señala que "queda claro que aún con la interrupción de los pagos por intereses de una parte importante de la deuda pública, sin medidas adicionales el Estado tendría un resultado deficitario en este año". La carencia de crédito que se vislumbra hace pensar en la emisión monetaria como alternativa. Claro que ello potencia el grado de incertidumbre actual, elevando la probabilidad de converger a un resultado fiscal muy deteriorado, que a su vez requiera de un mayor nivel de emisión monetaria, ingresando de este modo en un círculo vicioso.
En este sentido, para reducir la incertidumbre como variable que espiralice la inflación y el tipo de cambio, agudizando la caída del nivel de actividad y de la recaudación, resultará clave la consistencia de las medidas que se adopten en los distintos frentes de la política económica, así como también la celeridad con que estas se concreten. En el frente fiscal el presupuesto que se sancione es vital, sobretodo en la medida que este incorpore reducciones de gasto asociadas a cambios estructurales (reforma del estado, de la política, impositiva, previsional, de salud y todas las demás reformas que hace ya muchos años comenzaron a ser enunciadas, pero nunca concretadas).
En la medida que la realidad fiscal y monetaria coincidan con los objetivos de política fiscal (equilibrio) y monetaria (restrictiva), el reordenamiento macroeconómico será posible, generando las condiciones para retomar un sendero de indicadores fiscales que en el mediano plazo converjan a valores razonables.