Marcela Isaías
La atención a la calidad de la educación primaria, el logro de un mínimo de homogeneidad del sistema educativo y la reestructuración universitaria sin abandonar su gratuidad son algunos de los temas claves que la agenda oficial no debería descuidar. Esta apreciación sobre los problemas comunes en materia educativa nacional pertenece al docente e investigador de la Universidad Nacional de Cuyo, Roberto Follari. A nadie escapa que los cambios políticos institucionales de los últimas semanas movieron como nunca, en pleno verano, el debate en torno a la cuestión educativa. También es cierto que la falta del pago Fondo de Incentivo Docente ayudó a que el tema cobre mayor vigencia. Pero, además, la reciente designación de Graciela Giannettasio al frente del Ministerio de Educación nacional reabre necesariamente esta agenda de discusiones. Roberto Follari también es profesor en la maestría en educación universitaria de la Facultad de Humanidades y Artes, de la Universidad Nacional de Rosario. Entre otros temas, el especialista remarcó a La Capital que "el mayor déficit está en la calidad de la educación primaria, que tiene una enorme deserción encubierta, con alumnos que pasan de grado sin tener conocimientos mínimos". -En cada cambio de ministro se habla de la necesidad de reestructurar el Ministerio de Educación, incluso hace poco, y aunque no se concretó, se intentó suprimirlo. La nueva ministra, Graciela Giannettasio, también mencionó esta necesidad. ¿Qué opinión le merece la idea? -Sí, debe reestructurarse el ministerio, pero debe mantenérselo con nivel de ministerio, pues eso garantiza una necesaria coordinación, y mínima homogeneidad nacional del sistema. Por supuesto que pueden achicarse algunos gastos innecesarios, pero la reestructuración debe tener en cuenta no sólo cuestiones de gasto, sino también de funcionalidad y prioridad estratégica. -¿Cuál es el mayor déficit que muestra la educación argentina? -El mayor déficit está en la calidad de la educación primaria, que tiene una enorme deserción encubierta, con alumnos que pasan de grado sin tener el conocimiento mínimo, y una educación que no cubre los requisitos básicos en aprendizaje de lengua y matemática, necesarios para todo lo demás. -Oficialmente se habla de la necesidad de acordar una agenda común de problemas prioritarios a atender. ¿Cuáles no deberían descuidarse? -En primer lugar, justamente, no debería descuidarse la calidad de la educación de la escuela primaria, pero también la modernización cultural de este nivel y de la escuela media, tanto en contenidos, como procedimientos y equipamiento (televisión, computadoras, enseñanza de idiomas, entre otros ejemplos). Pero, además, debe contemplarse la atención a una mínima homogeneidad del sistema, tras la atomización que produjo la "Reforma Decibe". En cuanto al nivel superior, deberá pensarse en la reestructuración universitaria sosteniendo la gratuidad del grado. -¿Qué deberá fortalecer en este proceso la universidad pública? -La universidad pública deberá sostener la autonomía y la gratuidad del grado. También en este proceso, tendrá que mejorar los índices de calidad de la investigación, tender a la departamentalización (en lugar del sistema de cátedras), establecer nuevas tecnologías de apoyo docente para sostener al elevado número de alumnos, y determinar algún planeamiento regional. -Giannettasio mencionó la necesidad de vincular más la universidad con el mundo laboral. ¿Qué piensa al respecto? -No se puede plantear simplistamente la relación de la universidad con el mundo laboral. La construcción de la ciudadanía y la capacidad crítica, por ejemplo, no se relacionan con la demanda laboral, y son irrenunciables como tarea de la universidad. Por supuesto, puede y debe haber consulta de la universidad respecto de las demandas laborales, para luego tomar autónomamente decisiones que tengan en cuenta tales demandas como un factor importante, pero para nada excluyente ni unidireccionalmente imperativo.
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