El Vaticano pidió a los obispos católicos que investiguen y denuncien con discreción los casos de paidofilia dentro de la Iglesia, un delito que incomoda particularmente a la Santa Sede, que debió indemnizar con sumas millonarias a familias de niños abusados por sacerdotes. El pedido se conoció a través del Boletín Oficial de la Santa Sede -Acta Apostolicae Sedis-, con textos escritos en la lengua oficial, es decir el poco accesible latín. La forma elegida para hablar sobre el espinoso tema fue un "Motu propio" del Papa, es decir una de las más altas formas de comunicación pontificia, junto a una carta que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, envió a los obispos para ilustrar el espíritu y la letra de las directivas de Juan Pablo II. El Papa autoriza a la Congregación presidida por Ratzinger, ex arzobispo de Munich, de 74 años, a establecer las líneas guía para afrontar el candente problema. A su vez el llamado "Custodio de la Doctrina" pide en su carta a los obispos que no sólo contribuyan a "evitar un delito tan grave" sino también que protejan "con las necesarias sanciones la santidad" del sacerdocio y los deberes pastorales tanto de los obispos como de otros responsables eclesiásticos. Ratzinger, un teólogo progresista durante el Concilio Vaticano II (1962-65) en la actualidad se considera alineado a los sectores más conservadores, como no podía ser de otra manera dado el rol que ocupa en la Curia romana, es decir el gobierno de la Iglesia Católica. En sustancia el Vaticano pide a los obispos que le informen sobre acusaciones de paidofilia contra sacerdotes católicos e invita a los prelados a realizar investigaciones aun cuando exista solamente la sospecha de este tipo de comportamiento. La carta de Ratzinger a los obispos no aclara si los prelados deben denunciar ante las autoridades civiles a quienes fueron declarados culpables por un tribunal eclesiástico. Según las disposiciones emanadas por el alto prelado alemán, quien también figuró en las listas de "papables", los obispos en casos de abusos de menores deberán informar a la Congregación (ex Santo Oficio), que a su vez decidirá si el caso deberá ser tratado por un tribunal eclesiástico local o el Vaticano. Según algunos observadores la disposición puede significar que el Papa ya no se siente obligado a utilizar el procedimiento ultrasecreto, totalmente ajeno a los canales judiciales, usado en ocasiones anteriores. Las nuevas normas (el Motu propio lleva la fecha del 18 de mayo de 2001, es decir el día en que Karol Wojtyla cumplió 81 años) deberían también servir para evitar la superposición de jurisdicciones, dado que son seis las instituciones vaticanas dotadas con autoridad en materia de abusos sexuales. Además, las disposiciones se refieren no sólo a los abusos sexuales contra menores sino también a delitos contra los sacramentos (como en el caso de curas que usan la confesión para obtener favores de tipo sexual). Las normas establecen asimismo que la prescripción (obviamente de derecho eclesiástico) es de 10 años a partir del cumplimiento de la mayoría de edad de quien sufrió las violencias, suponiendo que al ser mayor de edad la víctima ya no padece intimidaciones y está en grado de denunciar los hechos. (Ansa)
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