Año CXXXV
 Nº 49.351
Rosario,
domingo  06 de
enero de 2002
Min 18º
Máx 26º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Sin rastros del mulá Omar, que habría huido en moto
Según la inteligencia afgana, el líder talib logró burlar el cerco impuesto por tropas estadounidenses

Peshawar, Pakistán. - El mulá Omar, líder espiritual de los talibanes, logró escapar en una motocicleta con rumbo desconocido al burlar el cerco impuesto desde hace días por las fuerzas norteamericanas y los mujaidines. Si bien resta confirmar la cinematográfica modalidad de su huida, lo cierto es que Omar una vez más burló el cerco de las fuerzas norteamericanas y los mujaidines afganos que creían tenerlo en un puño entre las montañas de Baghran, al norte de Kandahar. Para agravar el misterio sobre su paradero, otro funcionario dijo que quizás nunca estuvo en el área.
El anuncio del traspié -que se suma a la desaparición de Osama Bin Laden- llegó ayer de boca del jefe de los servicios secretos de Afganistán, Haji Gullalai, el hombre que hace tres días decía estar empeñado en negociaciones con los líderes tribales de la zona para obtener la entrega del mulá. "No está más en Baghran ni en la provincia de Helmand", hizo saber Gullalai. Luego añadió que el misterioso Omar -un hombre del que se sabe le falta un ojo, pero cuyo rostro casi nadie conoce- se habría alejado montado en una motocicleta, escoltado por no más de cuatro seguidores.
Líderes tribales afganos no encontraron al misterioso líder Talibán en la región de Baghran, pero indicaron que habían sometido a otros enemigos allí. El gobernador de la sureña provincia Helmand, mulá Sher Mohammad Akhandzada, regresó de un viaje de tres días a zonas remotas y dijo que tres líderes locales que habían entregado las armas le habían aclarado que el mulá Omar no estaba el área.

Burlados por el enemigo
El episodio asume connotaciones embarazosas para el gobierno afgano postalibán de Hamid Karzai, pero también para las fuerzas norteamericanas, que habían encargado a algunas reparticiones de marines de cerrar toda posible vía de escape del "buscado número dos". Los mismos resultados sustanciales de una operación que logró abatir en pocas semanas al régimen talibán y desbaratar, aunque no aniquilar, la estructura de Al Qaeda, corren peligro de verse oscurecidas por la imposibilidad de capturar a los dos símbolos del desafío a EEUU: el mulá de Kandahar y el jeque saudita. Si la imagen del primero huyendo en motocicleta por Afganistán centro meridional aparece casi grotesca, la del segundo, transformándose en una sombra inasible, es inquietante. Las huellas de Bin Laden parece realmente haberse perdido, aunque quedan algunos lábiles rastros entre las montañas afganas orientales y la cercana frontera paquistaní.
Es en cada caso en esta área -donde pequeños grupos de Al Qaeda estarían intentando reorganizarse, según los últimos datos de la inteligencia, y donde las fuerzas paquistaníes siguieron la caza más allá de la frontera- que también ayer se concentró la actividad de numerosas fuerzas especiales norteamericanas, sostenidos por nuevas oleadas de raids aéreos.

Primera víctima de los combates
Tres meses después de que EEUU fue a la guerra en respuesta a los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, murió en combate el primer soldado estadounidense en el este de Afganistán. El soldado estadounidense falleció el viernes en la localidad afgana de Khost como consecuencia de un enfrentamiento pertenecía a un equipo que investigaba las acusaciones de que varios civiles habían muerto en un bombardeo norteamericano en la zona. Según la agencia afgana de prensa AIP, el soldado pertenecía a un equipo militar formado por 25 personas que acudió a la región fronteriza con Pakistán para investigar las acusaciones de los líderes tribales, que afirman que aviones de guerra norteamericanos bombardearon un seminario islámico el 16 de noviembre. Unos 34 estudiantes de la escuela de la aldea de Mata Chinah, que estaba dirigida por un antiguo comandante mujaidín, murieron en el ataque.
Otros nueve soldados estadounidenses han muerto en accidentes y otros incidentes no relacionados con fuego enemigo. También un agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) murió en un levantamiento que se registró en una prisión afgana.
A despecho de todas las dificultades, el emisario especial de la Casa Blanca en Kabul, Zalmaty Khalizad, intentó ayer dar un mensaje de firmeza y confianza. La campaña estadounidense contra el terrorismo, dijo, seguirá adelante en Afganistán hasta que todos los objetivos sean alcanzados. Khalizad manifestó que Washington "está preocupado" por el peligro de que los bombardeos puedan causar víctimas civiles, pero está decidido a seguir hasta el final. "El nuevo gobierno afgano de Karzai se sostiene decididamente", garantizó. (Ansa, DPA y Reuters)



Los restos de un soldado muerto llegan a Ramstein.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Los medios, más sumisos que nunca ante Bush
El editor de Penthouse pide mayor libertad de prensa
Diario La Capital todos los derechos reservados