Porto Alegre.- Un asaltante mantenía esta madrugada a seis personas dentro de un ómnibus como rehenes para obtener la entrega de una suma de dinero que, mediante un teléfono celular extendido por la policía, requirió como prenda negociadora para liberar a sus cautivos. El hecho se prolongaba al cierre de esta edición y mantenía en vilo a Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul, que limita con la provincia de Corrientes. El secuestrador, de 30 años, sólo accedió a liberar a tres mujeres mayores a cambio de que le acercaran agua para el consumo propio y el de sus acalorados rehenes y le cambiaran los neumáticos al ómnibus, que habían sido dañados por la policía para evitar que escapara. Más tarde pidió 300 mil reales (unos 125 mil dólares) para liberar a la gente. El episodio comenzó a las 9.30 de la mañana, cuando el delincuente, identificado por la Brigada Militar como Paulo Ricardo da Silva d'Avila, técnico en electrónica, intentó asaltar un ómnibus en la zona céntrica de Porto Alegre, en el sur del país. El asaltante fue descubierto, y cuando vio que se acercaba la policía para detenerlo desvió al micro de contramano por una calle y llegó a la avenida Oswaldo Aranha, donde se quedó. Una vez allí, el autotransporte fue rodeado por 40 policías, mientras las autoridades enviaron un teléfono celular para poder negociar con el secuestrador. Por ese medio, Silva se comprometió a liberar a dos mujeres mayores de 65 años a cambio de los neumáticos nuevos y el agua, que socorrió a los pasajeros y al maleante sofocados por el intenso calor. En otra comunicación telefónica Silva amenazó con volar el autotransporte con una granada que afirmó llevar con él, en tanto la policía dijo no estar dispuesta a permitir que el vehículo pueda moverse de allí. Una de las liberadas fue la jubilada Ana Luisa Delfino Pires, de 68 años, que sufre de hipertensión y casi se descompuso en el interior del ómnibus. Entre los rehenes que a la noche permanecían dentro del vehículos están el gerente de una agencia de la Caja Económica Federal, Luis Carlos Guimaraes; la profesora Elisa Regina Sopal Ronchetti y el chofer del ómnibus, Claudio da Silva Costa. Pasada la medianoche liberó a una mujer de 52 años (ver recuadro) "El caso es interminable y la gente en la ciudad no se despegó de la televisión durante todo el día", contó anoche a La Capital Paulo Chagas, periodista del diario Zero Hora, de Porto Alegre. "Nosotros logramos entrevistar al secuestrador y no parece estar del todo bien de la cabeza. Es muy improbable que pueda conseguir algo de lo que pide", sostuvo. El secuestrador, según las mujeres liberadas, se puso al lado del chofer y anunció el secuestro sin que ningún pasajero observara si portaba un arma. Luego exigió a la gente que cerrara las cortinas del vehículo, que bajaran las cabezas y que no lo observaran. También les dijo que no pretendía causar daño a nadie. En determinado momento, comentó una de las testigos, el secuestrador comenzó a llorar. Dijo que no era un delincuente y explicó que tenías dos hijos. "Mi hija me pidió una muñeca como regalo de Navidad y no se la pude comprar porque estoy sin dinero. Aquella noche no teníamos que comer", le escuchó decir una de las mujeres liberadas.
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