Año CXXXV
 Nº 49.348
Rosario,
jueves  03 de
enero de 2002
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Nueva Delhi busca tiempo ante una guerra que se presenta como inexorable

Myra MacDonald

Nueva Delhi. - Hay pocos países que crean más en el destino que India, y cuando las perspectivas de una guerra con Pakistán comienzan a tomar un misterioso manto de inexorabilidad es hora de empezar a preocuparse. A pesar de enérgicas medidas de Islamabad contra los grupos de activistas radicados en Pakistán que combaten al gobierno indio en Cachemira, muchos analistas indios no creen que eso sea suficiente para detener una guerra entre los rivales nucleares.
"Esperaremos a ver qué sucede pero no creo que vayamos a esperar para siempre", opinó el analista independiente Prem Shankar Jha, y agregó que sólo haría falta otro gran atentado en India para que Nueva Delhi ordene a su ejército, ya totalmente movilizado, entrar en acción. "En última instancia, India tendrá que luchar esta guerra. No hay forma de librarse de eso", aseguró Bharat Verma, editor de la revista militar Indian Defense Review.
Para molestia de Washington, que no desea que nada distraiga su atención de la campaña militar en Afganistán, India y Pakistán han ordenado sus mayores despliegues militares en casi 15 años, tras el ataque contra el Parlamento indio el 13 de diciembre. La administración de Nueva Delhi culpa del atentado a los grupos separatistas cachemiros Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammed, radicados en Pakistán, y exigió que Islamabad cerrara sus instalaciones y arrestara a sus líderes.
Pakistán detuvo a líderes clave de las organizaciones y arrestó a otros 50, pero Nueva Delhi sigue sin estar convencida de que se haya acabado lo que califica como una "guerra indirecta" de Pakistán, mediante el financiamiento de los separatistas cachemiros. Islamabad dice que sólo le brinda "apoyo moral" a los separatistas.

Cumbre sin diálogo
Y aunque el primer ministro indio Atal Behari Vajpayee y el presidente paquistaní Pervez Musharraf coincidirán en una cumbre de países del sur de Asia en Nepal, nadie predice que una reunión bilateral podría poner fin a las tensiones. En la raíz del escepticismo indio está el convencimiento de que Pakistán no puede darse el lujo de abandonar la causa cachemira de la misma manera en que le quitó el apoyo a los ex gobernantes talibanes afganos bajo fuertes presiones de Washington.
"El problema es que el foco central de los esfuerzos de Pakistán en los últimos 30 años ha sido Cachemira. Incluso el juego con los talibanes era para ganar profundidad estratégica para la lucha en Cachemira", comentó Jha.
Pakistán e India libraron dos de sus tres guerras por Cachemira desde que alcanzaron la independencia en 1947 y Nueva Delhi cree que la causa cachemira es lo que mantiene al ejército en el poder en Islamabad. "Para el ejército es un asunto de sobrevivencia", dijo Jha.
La causa de Pakistán en Cachemira es, en papeles, simple: poner fin al gobierno de Nueva Delhi en la parte india de la región. Para complicar el panorama, China también controla una parte de la región himalaya, de la que India domina el 45% y Pakistán un tercio.
India también cree que los militantes islámicos que combaten su gobierno en Jammu y Cachemira -su único Estado de mayoría musulmana- son equivalentes a los activistas de Al Qaeda, la organización de Osama Bin Laden a la que Washington culpa de los atentados del 11 de septiembre. Funcionarios indios dicen que muchos de los que combaten en Cachemira -donde entre 30.000 y 80.000 personas han muerto en casi 12 años de rebelión- son paquistaníes o afganos, entrenados en los mismos campos que los combatientes de Bin Laden.
Ellos temen que las medidas de Musharraf contra los separatistas cachemiros apenas los obliguen a refugiarse en las remotas montañas de la parte paquistaní o india de Cachemira, donde pueden unírseles los combatientes de Al Qaeda que huyen de Afganistán.
Reforzando ese temor, un funcionario de Jaish-e-Mohammed expresó ayer que el grupo trasladaría sus oficinas a la parte india de cachemira para escapar de represalias paquistaníes. El masivo despliegue militar, junto a las sanciones diplomáticas, están dirigidos a obligar a Pakistán a tomar una acción enérgica contra los separatistas.
Analistas de defensa dicen que los movimientos militares no significan que la guerra estallará mañana. Ambos ejércitos están muy entrenados y no comenzarán una guerra sin órdenes de sus gobiernos. Pero la escala del despliegue sugiere que la guerra, si estalla, podría ocurrir a lo largo de la frontera de más de 3.000 kilómetros, en vez de limitarse a la Línea de Control, de cese el fuego, que divide a Cachemira.
India se ha contenido durante mucho tiempo de atacar a Pakistán, en parte temiendo que el conflicto conduzca a una guerra nuclear. Nueva Delhi sospecha que los misiles nucleares de su vecino son mejores que los suyos. La sospecha de esta superioridad, que de acuerdo con analistas de defensa se debería a la ayuda tecnológica de China a Islamabad, también le ha dado una ventaja a Pakistán.
Y para reforzar sus cercanos vínculos con China -el poderoso vecino del norte de India- Musharraf visitará Pekín, por segunda vez este mes, en camino hacia la cumbre del Sur de Asia en Nepal. Aunque Pekín pidió moderación de ambas partes, Nueva Delhi está convencida de que China, con la que libró una guerra fronteriza en 1962, apoya a Islamabad. (Reuters)


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