La Argentina tuvo que recurrir por segunda vez en menos de dos semanas a la Asamblea Legislativa para designar un nuevo presidente de la Nación, quien cumplirá mandato hasta diciembre de 2003.
La Asamblea proclamó con el consenso del peronismo y la UCR a Eduardo Duhalde para que complete el mandato que dejó trunco Fernando de la Rúa.
Al cabo de cinco horas y media de reunión, la votación de diputados y senadores dio por resultado 262 votos a favor, 21 abstenciones y 18 votos en contra.
La designación de Duhalde tuvo el apoyo, además del de los partidos mayoritarios, de un sector del Frepaso, el cavallismo y parte de los partidos provinciales y parcialmente del Polo Social.
En cambio, no avalaron la propuesta los bloques del ARI, Frente para el Cambio y la izquierda, que votaron en contra, y se abstuvieron frepasistas críticos, Polo Social, socialistas populares y demócratas.
Presidida por el vicepresidente del Senado, Juan Carlos Maqueda (PJ), la Asamblea aceptó, apenas se inició a las 18, la renuncia a la presidencia de Adolfo Rodríguez Saá, cuyo gobierno provisional para conducir la transición apenas sobrevivió siete días. En la misma resolución se dispuso la derogación parcial de lo resuelto en la Asamblea Legislativa del 23 de diciembre, que con el peso de la mayoría justicialista designó al ex gobernador de San Luis y dispuso el llamado a elección el 3 de marzo con la aplicación de la ley de lemas.
El giro de la posición del justicialismo se plasmó en la lectura del proyecto proponiendo la nominación de Duhalde para ocupar la Presidencia hasta el 2003, en base a lo establecido en el artículo 88 de la Constitución nacional y lo que marcan los artículos 2 y 4 de la ley de acefalía.
El jefe del bloque de senadores del PJ, José Luis Gioja, reconoció que en vista de los "últimos acontecimientos vividos en la Argentina" y "entendiendo que el pueblo está queriendo menos palabras y más hechos" proponían a Duhalde para conducir la transición hasta el 2003.
El radicalismo mantuvo su posición de la asamblea anterior apoyando la designación del candidato justicialista para concluir el mandato de De la Rúa, sin elecciones de por medio.
El titular del bloque de senadores de la UCR, Carlos Maestro, apuntó que "la gente no salió a las calles para pedir elecciones, salió a pedir no sólo a la dirigencia política, sino también a la dirigencia económica y social, que hagan un esfuerzo para solucionar los problemas que agobian a la sociedad argentina".
Por el Frepaso que continuó con la Alianza, Darío Alessandro también defendió la designación de Duhalde hasta el 2003, al declarar que "estamos a tiempo de que la solución sea democrática en la República Argentina".
La necesidad de dar respuesta a la gente que tiene sus ahorros retenidos en los bancos, así como buscar soluciones a la crisis social y elegir funcionarios cuestionados, fueron consignas que estuvieron presentes en muchos de los discursos de 15 minutos por bloque que se pronunciaron en el recinto.
El "bloque" disidente
La nota mayor de la disidencia con la forma consensuada entre los partidos mayores para encarar la transición presidencial estuvo expresada por Elisa Carrió, en nombre del bloque ARI.
La diputada insistió en la necesidad de que haya elecciones de un nuevo presidente "en un plazo razonable" para "reconstruir la legitimidad" con el voto popular y exhortó a sus pares a que "no aviven las fantasías y la irracionalidad".
Sin embargo, la crítica más cruda provino de la diputada de Izquierda Unida, Patricia Walsh, quien primero anunció que cedía su dieta para "las luchas obreras" y luego criticó ácidamente a Duhalde.
Primero recordó que fue elegido vicepresidente de la Nación en la fórmula que compartió en 1989 con Carlos Menem y luego, entre otras cosas, señaló que como gobernador de Buenos Aires "fue un desastre y dejó la provincia fundida", mientras de la bancada peronista le llovían chiflidos y aplausos para que se callara.
También, a su turno, Luis Zamora (Libertad y Autodeterminación) criticó duramente al peronismo al manifestar que nuevamente estaba por "usurpar un poder que no consiguió" y pidió luego la realización de una Asamblea Constituyente.
Antes de la designación de Duhalde, hubo numerosas reuniones en el curso de la tarde destinadas a destrabar el rechazo que mantenían un grupo de gobernadores para que Duhalde ejerciera el PEN hasta el 2003 y no se realizaran elecciones anticipadas.
El núcleo duro de esta posición fue José Manuel De la Sota, pero la abonaban también el santacruceño Néstor Kirchner, el fueguino Carlos Manfredotti, el pampeano Rubén Marín, el misionero Carlos Rovira y el salteño Carlos Romero.