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Colación lamentable

Hace unos días asistí al acto de colación de mi hija. Los lectores recordarán que dicho acto había sido suspendido por la directora del establecimiento, María Carrillo, en "castigo" a algunos actos de "vandalismo" cometidos por un reducido número de chicos muy bien identificados por la Escuela Normal Nº1. Sin embargo, se castigaba a los 100 alumnos del turno mañana. Por intervención del Ministerio de Educación y gracias a la gestión del supervisor Dinolfo, quien intervino en el caso, se le ordenó a la directora la realización del esperado acto. La sorpresa fue que las señoras Carrillo y Muguerza, directora y vice respectivamente, decidieron dividir la colación en dos: dos quintos un día y dos quintos en otro. La escuela era la encargada de citar a todos los alumnos para la fecha que habían decidido asignarle. A mi hija, como a tantos otros de sus compañeros, nunca se le avisó. Una llamada telefónica no es la manera en la que una institución oficial comunica una citación para un acto académico. Por eso, además de no recibir nunca una llamada tampoco recibí ninguna nota en mi domicilio (tiempo para hacerlo sobraba), que era lo que hubiera correspondido. El acto en sí fue tristísimo, una burla para alumnos y padres. No hubo abanderados ni escoltas, tampoco la tradicional entrega de bandera de los quintos años a los cuartos y mucho menos unas palabras por parte de los alumnos. Una breves palabras y luego la entrega de los diplomas a los pocos egresados que se habían dado cita, fue todo lo que hizo la escuela nada más que para cumplir con la orden ministerial y poder descargar su falta total de verdadera docencia sobre quienes entraron con cuatro años al Normal y después de toda su niñez y adolescencia ahí dentro se los trata de una manera tan despreciable y ofensiva. Por eso insisto en que a pesar de la orden del ministerio de realizar la colación, distó de ser todo lo que los chicos se merecían. Y garantizo que se merecían mucho más.
DNI 12.480.066