Las situaciones que producen estrés, ya se trate de eventos vitales o como consecuencia de soportar medioambientes estresores, dejan sus nocivas consecuencias en nuestro cuerpo psicofísico. Una de las herramientas naturales de que dispone nuestro organismo para contrarrestar estos efectos, es la segregación de endorfinas (morfina interna), sustancia que se localiza en nuestro cerebro y que tiene una actividad parecida a los opiáceos. Sabemos que actúan sobre el sistema endocrino, tienen efectos analgésicos y reparadores, producen bienestar y restituyen el equilibrio ante situaciones de estrés.
Podemos decir que el placer extingue el estrés y que disfrutar es una necesidad biológica. La capacidad de disfrutar es un indicador de salud.
La búsqueda del placer es innata en el ser humano, pero indudablemente nuestra sociedad occidental con su ritmo vertiginoso, competitividad e inclinación al trabajo, ha desvalorizado culturalmente este hecho (son mal vistos el ocio, dormir hasta tarde, ejercitar la risa - una de las grandes generadoras de endorfinas- y si hacemos un poco de memoria nos enseñaron que el que ríe mucho es tonto o poco serio).
Para la gran mayoría de las personas, el trabajo es más un castigo que una vocación y la diversión es un desenfreno que sin embargo no llega a satisfacer. Casi podríamos decir que vivimos en un mundo de displacer.
Felicidad y estrés no van de la mano, pero en definitiva, ¿qué otra cosa motoriza al ser humano si no el propósito de ser feliz? La felicidad es una cualidad innata, probablemente si no fuese así, no la buscaríamos permanentemente. La solución parece sencilla. Vayamos pues en busca de la felicidad.
Podemos encontrar placer en la práctica de deportes, en el ejercicio de actividades culturales, hobbies, la lectura, el encuentro con amigos, disfrutar del arte, de la vida al aire libre o cualquier otra situación que pueda gratificarnos. No obstante, hay algunos obstáculos en el camino. Sabemos que el estrés nos genera contracturas musculares, a veces verdaderas corazas que nos protegen de las agresiones que en absoluto son físicas sino defensas para no sentir, para que no nos puedan herir; a esto podemos agregar los altos niveles de ansiedad y angustia con los que en general convivimos en esta particular sociedad capitalista.
Y volviendo al placer, ¿será tan fácil encontrarlo en estas condiciones descriptas? Cuesta pensar en disfrutar de un concierto, si mientras lo escuchamos estamos con las mandíbulas apretadas y pensando en cómo vamos a cubrir la cuenta del banco la mañana siguiente. O ¿podemos imaginarnos tener una relación sexual plena con nuestros músculos tensos y nuestra mente en los problemas laborales irresueltos?
Acá necesitamos de una sencilla herramienta que es la respiración abdominal, que nos ayudará a relajar nuestros músculos y en consecuencia a bajar los niveles de ansiedad. Por otra parte, una vez que decidimos realizar alguna tarea o actividad, ser apasionados en su práctica, poner "todas nuestras pilas" en ese objetivo y proponernos el ejercicio del pensamiento positivo.
No son fórmulas mágicas, con resultados matemáticos exactos, sabemos que es muy difícil desentenderse completamente de las preocupaciones, pero aplicando todas las técnicas a nuestro alcance para el manejo del estrés, vamos a obtener beneficios personales que mejorarán notablemente nuestro calidad de vida y transitaremos los diferentes caminos que llevan al placer con verdadera intensidad y gratificación.
Mónica Grünebaum y Karina Szulc
Técnicas en comunicación psicofísica
Fuente: Revista de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés
| 
Las actividades al aire libre mejoran la calidad de vida. |  | Ampliar Foto |  | |
|
|
La Ciudad
