La condición visual de las personas que padecen baja visión depende de cómo esté compuesto su espectro visual, es decir cómo se combinan las variables clínicas y objetivas que pueden estar alteradas: agudeza visual, campo visual, motilidad ocular, visión de contraste y de colores, adaptabilidad a la luz.
Teniendo en cuenta sólo estas variables orgánicas, la condición de baja visión intrínsecamente implica una extensa gama de posibilidades visuales. Si se consideran además las consecuencias funcionales en general, las posibles diferentes maneras de ver se multiplican por cada persona.
No obstante, la diversidad de causas y consecuencias de la condición, las necesidades y posibilidades de recuperación se conjugan básicamente en:
* Tratamientos específicos de estimulación y rehabilitación visual.
* Soluciones técnicas: a través de auxiliares tecnológicos la visión es compensada para facilitar la comunicación, el desarrollo de actividades de la vida cotidiana, la educación y el trabajo, con el objetivo de lograr la mayor y mejor autonomía posible.
Tratamientos específicos
El diseño de los tratamientos de estimulación y rehabilitación visual incluyen, por un lado, la incorporación de técnicas y estrategias tendientes a lograr la eficiencia de la visión disponible, y por otro, la selección de los recursos tecnológicos. Pero todo tratamiento está condicionado por el grado de disminución visual y por la incidencia que dicha limitación ejerce en la vida del individuo, y por tal motivo, los tratamientos son estrictamente personales.
Una variable sumamente importante a considerar para el tipo de abordaje a seguir es la edad del paciente. En el caso de los niños se deberá tener en cuenta ya no sólo el déficit, sino cuáles limitaciones puntuales acarrea su baja visión en el desarrollo general (área psíquica, cognitiva, psicomotriz, socio-afectiva) y más adelante en su actividad principal, la escuela.
Las primeras etapas del desarrollo están vinculadas estrechamente con la visión. La estimulación visual temprana, dentro de las estrategias metodológicas, prevé además la posibilidad de incorporación de recursos técnicos. Un ejemplo clásico es el de los filtros de absorción que pueden ser definitorios a la hora de educar a un niño como ciego o como vidente.
Desde el punto de vista cognitivo, la visión, la atención visual y la exploración son cimientos para la estructuración de procesos cognitivos superiores como los de análisis y síntesis y la adquisición del pensamiento lógico-formal.
A medida que el niño crece y las exigencias en complejidad visual aumentan, la deficiencia visual comienza a tornarse evidente y puede desembocar en continuos fracasos escolares o problemas de aprendizaje, dando origen a desfasajes cognitivos importantes. La etapa escolar merece extrema atención, sobre todo si se consideran además aquellos aspectos socio-emocionales y de autoestima que se definen en ella. La escuela suele ser un desafío con consecuencias de impacto para los niños con baja visión.
Los tratamientos específicos deberán contemplar los aspectos mencionados y los recursos didácticos y tecnológicos que faciliten el acceso a la información, la comunicación, a la adquisición de conocimientos y a la movilidad, y por ende a la inserción e integración escolar.
En el caso de los adultos, en el momento de iniciar un tratamiento de rehabilitación visual es importante delinear cuáles son sus intereses y necesidades, para proponer soluciones estratégicas y tecnológicas que favorezcan sus actividades principales. Estas podrán ser de índole cotidiana, laboral y/o de esparcimiento.
Soluciones técnicas
Es fácilmente imaginable toda la información visual que pierde la persona que sufre una discapacidad visual total (ceguera). En el caso de las personas con un resto visual resulta complejo descubrir cómo está compuesto su espectro visual y por lo tanto qué información es "visible" y "cuál no". En ambos casos la discapacidad visual socava enormemente las posibilidades de accesibilidad de información escrita, gráfica, topológica, vial, restringiendo la autonomía.
Luego de la determinación del diagnóstico visual-funcional, uno de los objetivos básicos de los tratamientos específicos es ofrecer la solución adecuada a su limitación visual. La tecnología es uno de los pilares donde se apoyan los tratamientos pues potencian la visión, permitiendo la continuidad de su uso y achicando la brecha de las "posibilidades perdidas" de información y autonomía.
Dentro de los recursos tecnológicos disponibles existen: \* Ayudas ópticas para visión cercana: permiten el acceso al material escrito y gráfico en general, como diferentes tipos de lentes especiales, lupas con o sin luz, de apoyo y manuales.
* Ayudas ópticas para visión intermedia: telelupas y lupas que facilitan la visión de objetos tales como tejido, cuadro de museo, computadora, vidrieras, TV.
* Ayudas electrónicas: a través de circuitos cerrados de TV. es posible la lecto-escritura del material que seleccione cada persona según su interés, y el desarrollo de gran variedad de actividades manuales que de otra manera estarían vedadas para la persona con baja visión. Por ejemplo actividades de la vida diaria y las manuales vinculadas con ocupaciones varias (marroquinería, electricidad, joyería, trabajos en telas, etc).
* Ayudas informáticas: a través de programas de ampliación de imágenes se posibilita el acceso a la computación e Internet.
* Ayudas no ópticas: dentro de esta categoría se encuentran todos aquellos elementos que optimizan el resto de visión. Diferentes tipos de luces, biromes con luz, o atriles que adaptan la distancia de trabajo a las necesidades individuales, etcétera.
Una de las áreas que viene particularmente afectada por la baja visión es la movilidad independiente. La movilidad es una libertad básica que la mayoría de las personas toman por supuesto. Sin embargo, las personas con baja visón sufren diferentes desafíos que las ciegas totales.
La autonomía es un continuo devenir de intentos y logros de cada una de las habilidades que permiten la acción independiente, por ejemplo el alcanzar un objeto gateando, el trazar garabatos, el saber utilizar los cubiertos, el vestirse solo, el uso del dinero. La autonomía, por otro lado, se sostiene en la confianza del otro: papá, mamá, entorno escolar y familiar, y en la confianza propia que se forja sobre la anterior. El abordaje temprano de los temores y desfasajes de estos logros son decisivos para alcanzar la propia autonomía más allá de la gama de ayudas ópticas disponibles para facilitar los desplazamientos en las diferentes etapas de desarrollo.
La gran mayoría de las personas con baja visión utilizan datos visuales para sus desplazamientos, sean estos confiables o confusos, pero siempre constituyen una herramienta indispensable para su movilidad.
La movilidad independiente y segura se ve potenciada aún más si por un lado se lleva a cabo el entrenamiento personalizado de orientación y movilidad adecuando las estrategias a las necesidades individuales, y por otro la visión de esa persona es pasible de ser aumentada a través de las ayudas ópticas específicas. Los recursos tecnológicos existentes para la movilidad, aumentan la eficiencia visual, la velocidad de decodificación de la información, otorgando mayor seguridad y así la persona puede disfrutar del andar independiente.
Dentro de las ayudas tecnológicas para la visión lejana encontramos: \* Ayudas ópticas para visión lejana: son los telescopios mono y binoculares, fijos o para adosar al lente, o de tipo manual, a foco fijo o regulables y que permiten la captación de datos visuales a diferentes distancias según graduación.
* Ayudas electrónicas que funcionan como telescopio pero con sistema electrónico. Algunos adoptan la forma de casquete, otros más simples o muy modernos se adosan al lente. Todos tienen la particularidad de ser autofocus.
* Filtros de absorción que favorecen la percepción de bajos contrastes y eliminan los trastornos de encandilamiento que sufren muchas personas con baja visión.
* Ayudas no ópticas: como linternas con luz bidireccional que permiten un andar más seguro, como el bastón, para el caso donde la restricción del campo visual es tal que requiera de un auxiliar de protección.
En base a nuestra experiencia dentro de un equipo interdisciplinario que se ocupa de las personas con baja visión hemos detectado que: si bien los recursos tecnológicos potencian la visión disponible, otorgando mayor nitidez a la información percibida y el acceso a experiencias visuales innumerables en relación a la comunicación, la movilidad y la vida en general, estos auxiliares visuales no siempre son aceptados fácilmente por las personas con baja visión.
El proceso de aceptación de una "nueva condición visual", en el caso de las personas que devienen disminuidas visuales, es un proceso complejo para la persona que merece mucha atención de los profesionales del equipo que tienen a cargo los tratamientos. La introducción de la tecnología requiere de tiempos de asimilación e incorporación determinados por peculiaridades subjetivas.
En el caso de los niños muchas veces observamos que la oferta de un elemento que potencia la visión y permite la consolidación de funciones visuales, que de otro modo se atrofiarían, genera en los padres mucha ansiedad y angustia por el elemento "extraño o raro", es decir fuera de lo común, que rotula al niño como diferente.
Cada una de estas situaciones deben ser contempladas y cada persona debe ser acompañada a través de un abordaje integral personalizado que contemple la situación psicológica, los tiempos y prejuicios sociales, la estrategia metodológica adecuada para el desarrollo del resto visual y los recursos tecnológicos que mejoren su espectro visual.
Bajo la perspectiva interdisciplinaria de abordaje de la problemática de la baja visión, los recursos ópticos, didácticos, eléctricos, electrónicos, informáticos y tiflológicos, si bien tienen un espacio importante como auxiliares de la visión, son sólo una pieza del proceso global. La rehabilitación en sí sigue estando estadísticamente supeditada a los intereses y capacidades del paciente.
\Liana Magariños y Susana Pereira \Profesoras especializadas en discapacitados visuales \Fuente: Revista El Cisne