Pablo R. Procopio
Singulares. Así de diferentes fueron las fisonomías de los personajes de 2001 elegidos por La Capital. Y sus atuendos los identificaron. Muchos exhibieron sus trajes típicos, emblemas de su profesión o su actividad. Como en cada homenaje, al principio hubo poco feeling. Pero después se formaron grupitos y el momento de los flashes fue cúlmine e indeleble. Para desestructurar, los fotógrafos apelaron a las bromas y los chistes de rigor. Finalmente, todos se soltaron e hicieron una foto distendida, sin ataduras, congelamientos ni corralitos de ninguna índole. Las chicas y las docentes del Liceo Bernardino Rivadavia estuvieron entre los primeros en llegar a la sede del Jockey Club, en Córdoba y Maipú, donde se hizo la producción fotográfica. Se sentían orgullosas de la experiencia que tuvieron en Suecia y mucho más por haber sido reconocidas en su ciudad. Los mozos comenzaron a servir el ágape y se iniciaron las tomas individuales. El primero fue Sergio Di Paolo, el nadador discapacitado que logró unir Arroyo Seco y Rosario. Un amante de su actividad y, por lo que se vio, de las mujeres. Estaba muerto por las leoncitas rosarinas, con quienes se sacó foto tras foto. Su madre no pasaba por la puerta: "Tener un hijo con la capacidad de Sergio me hace inmensamente feliz", se emocionó. Las especialistas del palo y la bocha brillaron en plena tarde (tienen con qué) y confesaron sentirse reconfortadas por haber sido seleccionadas. Mariana y Juliana pronto se calzaron las camisetas de la selección y se dispusieron a esperar ser convocadas por los fotógrafos. Todo estaba en orden: bebidas, canapés, música ambiente y set fotográfico (en rigor, la escenografía natural del Jockey). "Me hubieran dicho y armaba uno", bromeó Diego Siliano, nacido en Acebal y adoptado por Los Angeles, donde dirigió la puesta en escena de los Oscar. Más que especialista. Minutos antes de que el locutor comenzara a nombrar a los personajes y explicara el porqué de cada designación, el lateral de Rosario Central Mauro Cetto seguía firmando autógrafos a todo el mundo. Se llevó los laureles, porque el resto de sus pares invitados faltaron a la cita. Eran los rojinegros de la selección Sub 20, que también se coronaron campeones este año. La ausencia se debió a una reunión urgente en el club, se dijo como para que nadie los llamara pechos fríos. Los homenajeados fueron presentados de a uno y se les entregó un souvenir recordatorio. Todo transcurrió con normalidad hasta que al locutor se le ocurrió hacer una broma. Era el turno de Federico Seineldín, experto en informática que logró conectarse con los principales referentes del sector en Silicon Valley, una meca de la computación. Sin embargo, al anunciarlo, el presentador quiso traducir el nombre de la ciudad: el Valle de las Siliconas. "Pero no de las que ustedes imaginan", remató. Hubo risas distendidas.
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