Año CXXXV
 Nº 49.345
Rosario,
domingo  30 de
diciembre de 2001
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La convocatoria de la Emilia Romagna confirma el ansia local por emigrar
Más de 700 rosarinos se anotaron para trabajar en el norte de Italia
Gente de distinta edad, sexo y posición económica se presentó para "ver qué pasa en Europa"

Carla Rizzotto

Al principio esperaban 300 personas, como mucho; pero al final fueron más de 700. Por eso la cola que se formó ayer para inscribirse en la convocatoria que lanzó la región italiana Emilia Romagna buscando rosarinos para trabajar en esa zona alcanzó las dos cuadras. Cada uno llegó a la asociación italiana de Buenos Aires 1563 con su historia a cuestas, pero la mayoría se mostró convencida de algo: que ese pasado es justamente lo que quiere dejar en el camino o, mejor dicho, en Rosario. "Esto no da para más", "No queda otra que irse" y "Acá no hay futuro, ni siquiera queda respeto", fueron algunos testimonios. Quizás los más fuertes, pero no los menos oídos.
"Tuvimos que sacar fotocopias de las planillas porque no nos alcanzaban para nada. Es más, pensábamos venir tres personas a anotar a los voluntarios y terminamos siendo quince". A la presidenta de la Asociación Emilia Romagna de Rosario, Lina Biasetti, se la vio ayer sorprendida y trabajando a toda máquina. Es que después de haber lanzado el viernes -a través de La Capital- la propuesta para los descendientes italianos que quieren "probar suerte" en esa región, esperaban "algo de gente, pero no esta cantidad".
Y claro, se anotaron 700 personas. Los intermediarios locales del gobierno de la Emilia Romagna -desde donde se lanzó la oferta- calculaban que en dos horas terminarían con la inscripción. Pero debieron quedarse cinco. Se encontraron con gente de distintos sexos, edades, posición económica e historias de vida. Pero, según Biasetti, hubo un dato que le llamó la atención: "Casi todos quieren irse y no volver nunca más".
Es verdad, a la hora de elegir en la planilla de inscripción por una estadía permanente o transitoria, la mayoría marcó la primera opción. Pero la sensación que dejaron muchos, en las charlas con este diario, es que se llevan las ganas de trabajar y progresar a Italia, pero dejan el corazón en Rosario.

Nono italiano, sine qua non
Algunos se presentaron sin siquiera saber de qué se trataba, sólo estaban al tanto de que había una oferta laboral concreta en una región italiana. Pero fueron igual, aunque después muchos debieron retirarse por no ser descendientes de italianos, algo excluyente en la convocatoria.
Las propuestas más firmes que lanzó el gobierno de la Emilia Romagna fueron para el área sanitaria, de servicio doméstico y mecánica. Obviamente, las 700 personas que fueron ayer hoy no se desempeñan en esas tres áreas. Es más, muchos son desocupados. Igualmente se llevaron tranquilidad, porque Biasetti se encargó de comunicarles que "podrían aparecer nuevas ofertas, en otros sectores".
El trámite que le resta por hacer a la colectividad rosarina es enviar "la semana que viene el relevamiento realizado. El gobierno regional evaluará el perfil de los voluntarios y seleccionará a los empleados. Espero que sea cuanto antes porque la gente está muy ansiosa", contó Biasetti.



Una larga cola para llenar el formulario de la ilusión.
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