Año CXXXV
 Nº 49.344
Rosario,
sábado  29 de
diciembre de 2001
Min 22º
Máx 35º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





El sopranista rosarino explicó las características de su oficio
Ghio Nannini: "No es el travestismo de la ópera"
El cantante dijo que debería promoverse la música lírica y la clásica como a las manifestaciones populares

Rodolfo Bella

El registro de sopranista surgió en las iglesias del Renacimiento con la idea de acercar las voces de los ángeles a la música religiosa. La imaginación quiso, arbitrariamente, definirlos como seres asexuados y con voces agudas. Con ese objetivo, mediante un procedimiento cruento, se dio origen a los castratti, el ultimo de los cuales, Alessandro Moreschi, cantó hasta que murió a principios del siglo pasado, en la Capilla Sixtina. El efecto de la mutilación, después reemplazado por la técnica, daba como resultado una voz blanca de niño con la potencia respiratorio de un hombre.
El sopranista rosarino Ghio Nannini retomó ese arte singular y lo mostró en el espectáculo "Una voz", que presentó en el teatro Maipo, de Buenos Aires, con producción de Lino Patalano, música de Alberto Fave ro y vestuario de Renata Schusseim, en el cual actúa junto a bailarines de la escuela de Julio Bocca.
También prepara una gira por la costa argentina con el mismo trabajo que llevará a mediados de febrero a Miami y grabó el disco "Farinelli Alive". "Los sopranistas rescatamos un estilo de voz de hace trescientos años. El mensaje del disco es justamente eso: recordar que es un arte que sigue vivo", comentó Nannini a Escenario, y añadió: "La voz conserva cualidades infantiles, pero suena como una soprano. Si solamente se la escucha, suena como la de una mujer, con un poco más de color y más robusta".
-¿Es difícil grabar música lírica en Argentina?
-Es difícil grabar lírico porque necesitás manejarte con grandes orquestas y eso no está a disposición de todos. El problema es la infraestructura. Mi intención fue grabar un repertorio más popular, aunque sin la orquesta sinfónica. Los puristas dirán que el color del violín no suena como el original, pero tenemos dos opciones: o le hacemos caso a los puristas o no. Creo que si hacemos música prolijamente, con los mejores medios que tenemos a nuestro alcance, se puede obtener un trabajo digno. Incluimos diez temas que se dividen a grandes rasgos en tres géneros: el barroco, la canzonetta napolitana y la opera, con obras de Giuseppe Verdi y Giaccomo Puccini.
-¿Qué determinó la elección de un repertorio tan ecléctico?
-Es muy poco habitual una mezcla así, porque apunta a un público popular y masivo. La política de hacer este disco es que no fuera un disco destinado a un público erudito. Detesto cuando se hacen ese tipo de diferenciaciones en la música porque todo el mundo tiene derecho a elegir cualquier tipo de música.
-¿El canto lírico y la música clásica es sólo para un tipo de público?
-Hay una facción que tiene como lema "divide y reinarás". Es un grupo de personas que creen en su erudición, pero en realidad no son tantos los críticos de música. Muchos son músicos con dificultades para ejercer y se dedican a la crítica. Creo que en algún punto se oponen a que la lírica o la música clásica en general se hagan populares por temor a que se neutralice su trabajo. El día que la gente haya recibido información suficiente como para poder opinar, tal vez se terminan los críticos musicales. ¿Por qué no hay críticos de cumbia, por ejemplo? Porque el que opina es el pueblo. Puede haber personas que orienten y que conozcan más que otras, pero no decidir qué sirve y qué no. Nadie tiene que decidir por el resto.
-¿Cómo reaccionaste ante la singularidad de tu voz?
-Yo cantaba en los coros de las iglesias cuando era chico, pero vino un período en el cual dejé de hacerlo porque no entendía que estaba pasando con mi voz. Mas tarde investigando me que di cuenta que era algo atípico, pero normal, así que con mi voz no estaba pasando nada tan extraño. El golpe grande vino con la película "Farinelli" (Gerard Corbiau, 1994). Esto apareció como una gran novedad y para lograr la voz recurrieron a la mezcla de las voces de un contratenor y una soprano. Lo importante es que en la actualidad un sopranista es un tipo normal que puede cantar sin ninguna alteración.
-¿Cuál es el sentido en la actualidad de los sopranistas?
-Los sopranistas rescatamos un registro de voz de trescientos años y lo hicimos de forma natural. Hoy no hay demasiados sopranistas en actividad, y son menos los que están grabando porque tiene que ver con las dificultades técnicas del repertorio. Yo acepté el desafío de grabar obras destinadas a registros muy poco habituales.
-¿Qué dificultades supone la inserción en el mercado laboral?
-Yo estoy siempre a favor de defender esta actividad, que además no es fácil describirla. A veces es feo o incómodo no poder explicar a qué te dedicás, porque muy pocos saben qué es exactamente un sopranista. No fue fácil, nadie me llamaba para trabajar. En el único caso que siempre me recibieron con los brazos abiertos fue en las iglesias. En ese sentido le debo mucho al hecho de haber participado en el coro de la parroquia Corazón de María, de los Misioneros Claretianos. Allí comencé a estudiar canto con un sacerdote músico y lo interesante es que esta persona no me circunscribió al repertorio religioso sino que lo amplió a uno de corte clásico. También fui a estudiar a Europa donde evidentemente llegué con mucho conocimiento de lo que hacía porque al poco tiempo me propusieron para dar clases, pero no acepté porque considero que lo que sé hacer es para mí. Tengo mucho respeto por lo que hago y no sé si todavía estoy preparado para transmitirlo.
-¿Notás algún prejuicio sobre la ambigüedad?
-Al contrario. Es muy emocionante la reacción del público cuando se concentran absolutamente en lo que está sucediendo en el escenario. Es más difícil llevar a la gente joven, pero si accidentalmente estás en un lugar y lográs cantar, finalmente lo aceptan. En Rosario, este año canté en el cierre de un desfile en el teatro El Círculo. Allí comprobé que si los tomás por sorpresa se enganchan y disfrutan de la sorpresa.
-¿Habiendo sopranos, qué sentido tiene buscar un sopranista?
-Esto no es travestismo de la ópera, porque cuando se interpretan obras que están escritas para sopranos, se hace desde el respeto absoluto por la mujer y la voz de mujer, pero interpretada por un hombre. Es una confusión bastante común ligar el trabajo de una soprano y un sopranista. Nosotros no recurrimos a la peluca ni a los vestidos de época cuando interpretamos un personaje.
-¿Cualquiera puede ser sopranista?
-Es necesario tener una condición vocal, lo que da una preaceptación para dedicarse a esto. El registro es el mismo de una soprano, pero la extensión mía no sólo suena como la voz de una soprano, sino que además es el de una soprano ligera que es el más agudo y el que más desafíos supone entre las mujeres por la dificultad de poder abarcarlo.
-El Renacimiento fue bastante riguroso con los hombres que se dedicaban a esto...
-En esa época era un medio de vida, cuando no se pertenecía a la nobleza. Muchos padres inescrupulosos que tenían hijos varones veían una forma de salvarse ellos y su familia de la pobreza. Así como hoy se estimula a los chicos a jugar al fútbol, antes intentaban ver si sus hijos podían tener o desarrollar alguna voz privilegiada para que los contrataran en las cortes. Los europeos descubren esto y se genera una guerra de artistas entre Italia, España y Francia para ver quiénes tenían los mejores cantantes castrados, pero fue un grupo de maestros españoles quienes se dieron cuenta que mediante una técnica, conservaban la voz blanca de los niños, pero sin mutilaciones, con lo cual este arte restablece la línea con la humanidad y se aleja de la crueldad. El último castrati fue Alessandro Moreschi que cantó en la capilla Sixtina hasta 1920 y todavía se conservan algunas grabaciones suyas.
-¿Tu trabajo tiene salida laboral?
-La gente de la lírica que podría estar más satisfecha con tener a su disposición un registro exacto como pide el autor, curiosamente es la que menos lo acepta. De hecho me acepta más un público popular que un erudito porque tienen mucho resquemor. Creo que se debe a que ante la posibilidad de tener un sopranista se ven obligados a sacar las partituras para estudiar obras de esa época. Actualmente estoy trabajando con el maestro Alberto Favero, que es el Haendel de hoy, porque es el único que se atrevió a hacer arreglos para un sopranista.
-Qué personajes están escritos para ese registro?
-El personaje de querubino, de "Las bodas de Figaro", de Mozart; Oscar, de "Un ballo in maschera". Son personajes que están escritos para que los haga un hombre, pero en las puestas modernas los interpreta una mujer vestida de hombre. Es curiosa esa idea que existe del miedo a poner un sopranista, que es lo correcto, pero no hay prurito cuando los personajes de hombres los hacen mujeres. De hecho fue el caso del personaje del Querubino, de "Las bodas de Fígaro", que puso la Opera de Rosario, y lo hizo una mujer.
-¿Qué le recomendarías a un chico que tuviera registro de sopranista?
-No se estimula mucho dentro del género lírico. En realidad creo que si hoy un chico puede hacer esto, le dará más réditos que se dedique al rock, el pop, o algo parecido. En el resto del mundo tampoco tienen demasiada cabida, pero la diferencia entre Argentina y el resto del mundo es que allí se los trata con respeto.



Ghi Nannini presentará su espectáculo "Una voz".
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Contra los prejuicios
Cosa de hombres
Niños y castrados
Diario La Capital todos los derechos reservados