"Hannibal", la segunda parte de "El silencio de los inocentes", fue una de las películas más esperadas de la última década. Aunque no desastrosa, la secuela estuvo muy por debajo de la primera parte. Anthony Hopkins supo mantener el interés por su personaje del psiquiatra caníbal pero Ridley Scott no pudo convertir al filme en una historia creíble, quizá porque el libro de Thomas Harris quiso ser demasiado fino y se olvidó de que su éxito era, justamente, lo contrario: el gusto rústico por la bajeza humana y no tanto por su exquisitez.
| |