Carolina Taffoni
Si el 2001 fuera una canción, podría tener un solo título: "Manteniéndose vivo". La crisis discográfica se agudizó, la piratería aumentó, las cifras de ventas cayeron mientras el riesgo país subía, pero la escena sobrevivió con sus fórmulas repetidas, sus trucos de superficiales cambios, sus pocas revelaciones y sus regresos nostálgicos. El mercado latino apostó nuevamente a lo seguro y se mantuvo a flote con las ventas de Luis Miguel, que regresó con otro disco de boleros; Alejandro Sanz, que grabó un "Unplugged" para MTV, y Enrique Iglesias, que repitió su exitosa fórmula en "Escape". Este año el gran salto lo dio Shakira, que se animó a editar su primer álbum en inglés, y le fue sorprendentemente bien en los rankings de los Estados Unidos. Contra todo pronóstico, el pop adolescente no se evaporó, y encima quiso demostrar, aunque sea superficialmente, que era tiempo de crecer. Britney Spears abandonó su imagen de colegiala virginal por una más sexy y atrevida, bien empaquetada para un público más maduro, y con hits que son puro retro y recuerdan al Prince de los años 80. Los N'Sync también volvieron a los rankings de la mano de productores de hip hop y un sonido más filoso. Como contracara a este fenómeno se dio el éxito del rock más pesado, representado, con sus diferencias, por Slipknot, Tool, Linkin Park, Staind y System of a Down. En el medio, Estados Unidos mantuvo su más tradicional estandarte rockero con los nuevos discos de Aerosmith ("Just Push Play") y Lenny Kravitz ("Lenny"). La nostalgia no podía faltar en una típica época de crisis. Y el asunto llegó tan lejos que el 2001 encontró un lugar hasta para el regreso de Michael Jackson, de alguna manera el padre del sonido del pop adolescente. Jackson volvió con su disco "Invincible" y se dio el lujo de ocupar el primer puesto en los rankings de la revista Billboard. El frente inglés no dio demasiadas noticias. Después de las épocas doradas del brit pop, muchos de los mejores grupos británicos quedaron en el under sólo para la adoración de los críticos. Radiohead tomó nuevamente la delantera con el experimental "Amnesiac", Travis mantuvo el honor con sus pegadizas melodías, y Robbie Williams volvió con un álbum de covers de Frank Sinatra y otros ídolos de los años 40 y 50. La escena argentina se dividió entre el regreso de los históricos, la confirmación de la popularidad del rock barrial y un ascenso indiscutido. Luis Alberto Spinetta volvió al ruedo con "Silver Sorgo" y Charly García con un disco en vivo de Sui Generis. Los Piojos y La Renga llenaron estadios y Catupecu Machu llegó a su primer recital en Obras. El fenómeno Sandro se mantuvo intacto con su seguidilla de shows en Buenos Aires y el interior, mientras que la movida tropical encontró otro estilo de expresión: la cumbia villera, con su veta más realista y creíble y otra netamente comercial, burda y grosera. Entre la malaria económica y las recaídas de la industria, lo mejor sería recordar al 2001 por un puñado de discos como "Goddess in the Doorway" (Mick Jagger), "Is This It" (The Strokes), "Amnesiac" (Radiohead), "Sea" (Jorge Drexler), "Love and Theft" (Bob Dylan), "Stephen Malkmus" (Stephen Malkmus), "No More Shall We Part" (Nick Cave), "Gold" (Ryan Adams) ƒƒƒ o "Reveal" (REM). Algunas de sus canciones permanecerán más allá de cualquier anuario.
| |