Para Racing el 27 de diciembre podrá ser un día histórico, como para grabar a fuego en la memoria de sus hinchas pero también de todo el fútbol argentino, porque si no pierde en su visita a Vélez habrá vuelto a inscribir su nombre en la lista de los campeones locales después de 35 años.
Desde las 17.10 la jornada de Liniers se vestirá de celeste y blanco, por las indumentarias de los futbolistas de Vélez y Racing, por la cromática de las tribunas, por el cielo casi despejado que anuncia el servicio meteorológico, y porque allí creerán estar los hinchas de la Academia si alcanzan el soñado título.
Son esos también los colores de una Argentina que duele porque se quiere, y que en medio de tanto fárrago social y económico obligó a una clausura parcializada y desprolija del campeonato que la semana anterior puso a los hinchas racinguistas con los pelos de punta.
Tanto es así que contagiándose de reacciones populares de un tenor superior, un grupo de aficionados concurrió hasta la sede de Agremiados para torcer la voluntad de Sergio Marchi y compañía, movilizar a la AFA y hasta impulsar una reunión entre su titular, Julio Grondona, y Fernando Marín, por Racing, con el mismísimo presidente interino de la Nación por 48 horas, Ramón Puerta, para definir el torneo antes de fin de año.
Cuando finalmente se resolvió que este encuentro y el de River con Central se jugarían hoy, los racinguistas sintieron que habían ganado la penúltima pulseada rumbo al campeonato.
La otra, la que afrontarán en el terreno donde mueren las palabras, tendrá como escenario el estadio José Amalfitani, como árbitro a Gabriel Brazenas y como rival a un Vélez de buenas performances en sus últimas presentaciones, que llega a este cotejo sin nada para ganar ni para perder.
Los velezanos vienen amenazando desde hace ya más de una semana con salir a ganarle a Racing para amargarle el día y vengar así una circunstancia similar en la que resultaron perjudicados nueve años atrás.
Por eso nadie en Racing piensa por estas horas en esa posibilidad. Todos quieren que el paso a paso enunciado hasta el hartazgo por el entrenador Reinaldo Merlo encuentre definitivamente su punto de llegada, y que el camino abierto que se transformó en calvario a partir del empate con Banfield termine definitivamente esta tarde.
Esperan el estallido
Y si Racing gana, entonces se producirá un estallido atípico para estos tiempos. Una explosión celeste y blanca de alegría, en la que no importarán los análisis sobre un equipo que fue campeón pero casi nunca (salvo con San Lorenzo) jugó bien ni tiene futbolistas que tengan una cotización que supere la media normal del fútbol argentino.
Solamente se valorará el logro, se dimensionará hasta límites que sólo explica el amor por una camiseta la figura de Mostaza Merlo, cuya estatua está en vías de preparación, y se iluminará un cielo celeste y blanco muy particular, que solamente se puede ver en Avellaneda, y está cubierto de nubarrones, algunos muy negros, desde hace 35 años. (Télam)