Mauricio Tallone
Aprendices no traicionó la costumbre que lo viene persiguiendo en los últimos tiempos. Como ocurriera en el 99 y 2000, el equipo de Nueva Roma encontró ayer ante Unión Casildense una pista más larga que la de Anillaco para que aterrice la realidad del tricampeonato en la Liga Casildense. Le tiró el camión encima a los tricolores y enarboló un 4 a 0 que no sólo dejó al descubierto la superioridad que instaló en estos lados, sino que redujo el partido de una final a un mero trámite sin equivalencias. La conclusión del primer tiempo fue que Aprendices se impuso por prepotencia de actitud y de juego. Si bien sacó provecho porque lo alumbraron sus individualidades -en especial la de Juan Quiroga- siempre dejó el mensaje de entender el partido más que su rival. Y así edificó la apertura del marcador, tras una corajeada de cabeza de Ciribeni luego de un centro de Ojeda. A contramano de lo habitual, la ventaja les nubló la vista a los tricolores y despertó aún más la apetencia de Aprendices. Entonces, el segundo gol no tardó en llegar. Otra vez Quiroga amagó entre un mar de piernas rivales y armó la jugada para que Zilli mostrara su olfato goleador y estampara el segundo. A esta altura, Unión se asemejaba a esas mujeres que suelen hacerse desear pero al final caen rendidas a los pies de su amado (en este caso el rival). Pero digno y sin mezquinarle al acelerador de la búsqueda, el equipo dirigido por Fitín Casadei jamás le dio paso al abatimiento. Sólo encontró una vía potable para desequilibrar cuando la pelota pasaba por los hermanos Casadei (hijos del técnico). En el segundo tiempo ganó el apresuramiento. Sobre todo por el lado de los tricolores, urgidos por la necesidad de acortar el marcador. Pero cuando se carece de ideas para buscar respuestas generalmente se queda de cara a las imprecisiones. Y Unión no sólo dio síntomas de estar vivo (futbolísticamente hablando) sino que se dejó tentar por la manía del pelotazo sin destino. Lo de Aprendices fue más simple. Predicó con los hechos y no con las insinuaciones. Puso manos a la obra a pesar de la tranquilidad que le deparaba el 2 a 0 y la goleada cayó casi por decantación. El floreo de Quiroga para dejar frente a frente a Ferrini con Bartomioli y el disparo de Prado que exigió al arquero tricolor obraron de preámbulo a la guapeada de Ventivoglio para marcar el tercero. El cuarto gol de Vignolo simplemente decoró la torta del festejo. Una celebración que se había tomado un descanso la semana pasada cuando Unión forzó al tercer partido, pero que ayer volvió a elegir el mismo destino de los últimos tres años: Aprendices campeón.
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