"Creí en el barrio, aposté a esas personas que nos vieron crecer y después vieron crecer a mis hijas. Ahora no puedo ni saludarlas, hasta una ex empleada entró a saquear", expresó Cristina. De ahora en más, aseguró con rabia e impotencia, trabajará sólo "por una necesidad de subsistencia". Para los vecinos del barrio, ellos son -o eran- Fabián y Cristina a secas, por eso todavía no pueden entender cómo su gente les robó el "laburo y la ilusión de tantos años". Esa misma que después se acercó al local "para mirar su propia obra, para observar los destrozos que dejó hace menos de una semana", expresó la mujer. Nada ni nadie les va a sacar de la cabeza que la gente que entró "no tenía hambre, sino que fue a destruir". Incluso, antes de que entraran por la fuerza los dueños del local se pusieron a armar bolsones con comida. "Pero ellos decían que no querían alimentos, querían alcohol", afirmaron. Fabián y Cristina sintieron el miércoles ganas de matar, pero finalmente se quedaron mirando. "Uno no nació para asesinar, entonces no podíamos hacer otra cosa más que trabajar", soltó Fabián. "Lo único que hice en mi vida fue laburar para que esto funcionara, nadie me regaló nada y jamás me apropié de algo que no fuera mío. Por eso me quiero ir", aseguró.
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