La Capital
Fue la ratificación material de la severa advertencia que el 14 de octubre afloró de las urnas, y que muchos no escucharon. Los saqueos, primero, y la posterior noche de las cacerolas demostraron que la protesta social está atomizada, pero bien viva. La clase dirigente ya apuntó con trazo grueso los riesgos que implican cada una de las partículas de bronca.
La calle se convirtió en la escenografía que monopolizó una semana histórica en la que los argentinos demandaron no sólo una alternativa a un modelo estirado hasta el suicidio o un cambio de liderazgo en la Casa Rosada. Hubo un contundente avance en la certeza de que los tiempos obligan a una nueva interpretación política-económica de este presente sobrecargado de desocupación, pobreza y decepción popular.
La radiografía tomada en los últimos días al cuerpo de la protesta hace indispensable centrar la atención en cada una de sus extremidades. Por un lado, la ausencia de decisiones para paliar el hambre palpable en cualquier punto del país llevó a miles de excluidos a tomar lo que pudieron de los supermercados.
Mensaje explosivo
Poco después, el último mensaje de Fernando de la Rúa rompió el termómetro. Y llegó el masivo cacerolazo de la clase media (cada vez más devaluada), todo un hito en la vida democrática. Los mismos ciudadanos que con sus votos depositaron al radical en la Rosada dijeron "basta" la noche del miércoles. Fue el fin de una etapa complaciente a los dictados del omnipresente Dios Mercado sin la debida medición de las consecuencias.\Pero, pese a compartir corridas por los barrios o enfrentar la misma lluvia de balas de goma y de plomo, quedó claro que la motivación de los hambreados no fue la misma que impulsó la rapiña organizada de quienes se aprovecharon del marco de anarquía que envolvió a la Argentina durante 48 horas.\Lo mismo ocurrió el jueves por la tarde en la Capital Federal, donde la planificación de la violencia chocó con el desborde represivo de la policía, transformando la Plaza de Mayo y las principales calles y avenidas porteñas en un virtual campo de batalla teñido de sangre.\Las sospechas sobre la digitación de estos actos siguen flotando. No es casual que desde el seno del Frenapo se denunciara ayer que la ola de rumores sobre supuestos saqueos a comercios y viviendas particulares en el conurbano bonaerense es "orquestada por algunos sectores de responsabilidad de Seguridad de la provincia".\De todos modos, hay un dato que nadie debe dejar de tener en cuenta: las cacerolas que le pusieron banda sonora a la protesta pacífica y espontánea quedaron tiradas a la vuelta de la esquina. De ahora en más, todo paso en falso promete tener un ruido ensordecedor como réplica. Quien quiera oír, que oiga.