-¿Qué significa el premio Coral a la mejor obra experimental en el festival de cine de La Habana?
-Para nosotros fundamentalmente la referencia es que acá en Rosario pensamos que la película puede funcionar porque Fernando Kabusacki es muy conocido. No obstante trabajamos 18 artistas, es un primer premio en un festival internacional y sin estar ninguno de nosotros para hacer campaña. Es una comprobación del nivel que sospechamos tiene la película.
-¿Qué posibilidades de distribución a nivel internacional abre este premio?
-Para empezar es algo a favor que esté hecha sin diálogos. Cada uno de los artistas que participaron tenían en claro que a cada uno se le pedía hacer un corto con sus ideas sobre un tema determinado y eso fue muy rico por la diversidad, pero de todas formas creo que con este proyecto que no tiene un perfil muy tradicional sería complicado interesar a un distribuidor y a un exhibidor cinematográfico.
-¿Cuál es el desafío que abren estas distinciones?
-Ahora tenemos que seguir produciendo para generar una alternativa de producción, de exhibición y convocatoria tratando de que esté circulando una producción audiovisual con un registro local. El cine masivo que se ve hoy, salvo raras excepciones, es muy mediocre y es casi un cien por ciento extranjero. Una de las ideas es generar imágenes con un registro local y el premio de La Habana fue como una especie de prueba.
-¿Dónde fue exhibido, además del Museo Castagnino?
-Hasta ahora hicimos un circuito en lugares públicos y el Centro Audiovisual Rosario nos dio una mano muy grande; pasamos por el Cine Club de Montevideo que gestionó una muestra en el Museo de Artes Visuales; en el Cine Club de Córdoba, en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires y en la Escuela de Artes Visuales de Santa Fe. Siempre tratamos de movilizar estas cosas porque la idea es convocar a la gente que tiene intenciones de producir. Mostrar el trabajo aparece como una cosa muy cuesta arriba y creo que de este desbarranque generalizado tendrán que surgir nuevas formas de hacer imágenes en movimiento y mostrarlas porque forzosamente tiene que empezar a hacer un material más urgente, utilitario para interactuar con lo que está pasando en la calle.
-¿La Habana abre nuevos mercados?
-Estos son reconocimientos que podemos poner en la carpeta de recortes. Lo que pasó con la película es para pensar si sin pasar por los cines se podría interesar a algún distribuidor para ponerlo en circuito. Antes de fin del año próximo la mandamos a siete festivales internacionales más, entre ellos Annecy, en Francia; Montevideo, Berlín, y Zagreb, en Croacia
-¿Cuál es el proyecto a largo plazo?
-Me parece que más allá del reconocimiento que te pueden dar los premios en los festivales internacionales, lo que tenemos que tratar es zafar del logro personal. Hay que intentar que las producciones articulen de alguna manera con la realidad para que no sean algo decorativo o un divertimento estético, sino que cumpla alguna función social en un momento crítico del país. Hablo por mí, pero creo que hay que intentar hacer un cine militante aplicado a los dibujos animados. De cualquier manera no nos vamos a hacer ricos pero tenemos trabajar para que trascienda al prestigio personal.
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La Ciudad
