José L. Cavazza
Los siete años de convivencia musical -los cinco últimos dedicados a la obra de Astor Piazzolla- entre el pianista Leonel Lúquez y el saxofonista Mario Olivera no fueron en vano. Con "Contrastes", su disco debut, arriban sólidos y de una sola pieza a las bateas. El resultado no es la acotada mirada del jazz sobre otra música popular (melodía central, improvisación y final retomando la melodía), sino una reelaboración sentida e intrincada de la música del genial bandoneonista, nunca compuesta originalmente para saxo y piano. Sin apartarse de la tensión y el concepto piazzolleano ni un ápice, y sin tentarse con la salida fácil de la fusión, Olivera-Lúquez construye su propio lenguaje sobre temas como "Tango del ángel", "Picasso", "La mufa" y otras obras compuestas entre los años 50 y el comienzo de los 60, la época de "indecisión" musical de Piazzolla. Las interpretaciones del dúo rosarino, por un lado, denotan exquisitas y sobrias "nuevas piezas" musicales, y por otro marca a fuego un estilo propio desde el primer hasta el último tema del disco. Las interpretaciones, a veces están más cerca del tango y otras se asoman al swing (a pesar de que Olivera-Lúquez niegue ser un dúo de jazz). Por ejemplo, en "Tango del ángel", el tema con que arranca el álbum, el piano de Lúquez comienza con acento tanguero y luego se libera a partir de una construcción típicamente jazzera. El piano de Lúquez se desdobla en múltiples funciones: el trabajo armónico, el sostén rítmico cuando conversa con el saxo y además la función del piano original en las formaciones para las que Piazzolla compuso los temas. Lúquez no se inmuta ante tantos frentes y contesta con frases claras y contundentes. El saxo de Mario Olivera es cosa seria. Es el signo más evidente del sello personal del dúo. Con sus soplidos más cortos que los que uno está acostumbrado a oír en un saxofonista de jazz, casi susurrados, crudos (con restos de suciedad) y suaves imprime a cada tema la intensidad jazzera y la tensión piazzolleana al mismo tiempo. Aunque no lo acompañe su estampa camorrera, Olivera logra con su instrumento un sonido profundamente cool. Sin ir más lejos, en "Panta y Georgi" -lo mejor del disco- es como si la melancólica conversación entre piano y saxo estuviera esperando la entrada de la voz quebrada de Chet Baker. Las obras elegidas por Olivera-Lúquez no son producto de la casualidad: en el amplio espectro piazzolleano, es de suponer que una formación con un marcado sello personal puede sacar más provecho de aquellas obras donde el bandoneonista aún no había resuelto enteramente su identidad estética. El trabajo de fragmentación y síntesis del dúo tal vez no obtendría buenos resultados sobre obras como "Adiós Nonino" o "Libertango", donde la marca piazzolleana aparece con toda su fuerza. La edición de "Contrastes" también significó el lanzamiento del sello discográfico Blue Art Records, conducido por Horacio "Nene" Vargas y Marcelo Scalona. Lástima la tapa del disco. El debut de un nuevo sello rosarino -que no es poca cosa- merecía una tapa más jugada en su primer álbum, una línea estética a modo de mojón para las próximas ediciones. El único reproche a un lanzamiento muy oportuno, aunque parezca bastante delirante en medio de tanta crisis económica, ceños fruncidos y corridas bancarias.
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