Silvina Dezorzi
La entrega de 12.000 cajas de alimentos, con las que hasta ahora ya suman 55.000 en una semana, continuó ayer en unos 20 barrios de la ciudad. En algunos de ellos se produjeron incidentes. El más grave se registró en la zona norte, en calle 45 y Olivé, a 300 metros de Olivé y Cabal, donde desde las 5 unas 1.300 familias esperaban la llegada de los bolsones. Pasadas las 11, y cuando los ánimos ya comenzaban a caldearse por la tardanza, Walter Campos, de 16 años, murió alcanzado por un balazo de la policía que custodiaba la entrega de las cajas. El hecho tiene distinta interpretación según quien lo explique. Para la fuerza policial se trató de un enfrentamiento armado. Para la familia y un grupo de vecinos, fue un asesinato. El comité de crisis conformado por la provincia, la Municipalidad, los supermercadistas y Cáritas se aprestaba a repartir ayer unas doce mil cajas. De ellas, los vecinos de Cabal y Olivé esperaban 1.200, formados en fila a apenas 30 metros de la Estación María Madre de la Esperanza, de la hermana María Jordán. Por la extensa cola, según los organizadores de la entrega, ya habían pasado hacia las 11 entre 1.300 y 1.500 familias, que comenzaban a impacientarse. En ese momento se produjo la muerte de Walter Campos, un chico de 16 años que tenía otros nueve hermanos. Todos, junto a su madre, viven del cirujeo. Las versiones del incidente que terminó con la vida del muchacho tienen discrepancias. Un grupo de vecinos del lugar donde el cuerpo del chico yacía custodiado por un cerco policial contó a La Capital que Walter fue abatido por los efectivos luego de una persecución a lo largo de 200 metros durante la que se produjo un intercambio de disparos. También dijeron que alguien de la cola que aguardaba los bolsones avisó que el adolescente estaba armado. En cambio, la familia relató que Walter "esperaba a la sombra" mientras su madre y hermanos hacían fila. "Los de la (seccional) 20ª lo empezaron a correrlo a los tiros hasta que le pegaron a matar, pero él no iba armado", contó Claudia, la mayor de sus hermanas. Según la chica, Walter "estaba marcado porque decían que era drogadicto". El relato lloroso de su madre, Gregoria Luna, no estuvo exento de contradicciones. La mujer no había logrado aún ver de cerca el cuerpo de su hijo, pero lo había reconocido por la ropa y un aro. "Al principio no tenía arma, pero después la policía dice que sí", balbuceó. Según la mujer, "cuando la policía lo encontraba en la calle con la bolsita (para inhalar pegamento) siempre lo seguía" y por eso "él tenía la costumbre de rajar". Aunque el caso se encuentra bajo secreto de sumario a cargo del juez de instrucción Osvaldo Barbero, el inspector de Zona II de la policía, Luis Selak, anticipó su propia versión. "Hubo un enfrentamiento armado, pero la tarea investigativa está en pleno", se limitó a indicar. Varias horas después, una fuente de la investigación admitió ante este diario, en estricto off, que Campos fue abatido por un tirador especial. Según el vocero, el autor del disparo estaba apostado estratégicamente en la zona, custodiando la entrega de alimentos cuando vio a Campos disparando junto a otro muchacho que podría ser su hermano contra los policías que lo perseguían. Anoche, varias patrullas buscaban al supuesto acompañante de Campos, quien según esta versión iba armado con una pistola. El chico muerto, en cambio, llevaba un revólver 22 largo que gatilló varias veces contra los uniformados. Cruzando el arroyo Ludueña, en Cabal y Olivé la misma gente que había sido testigo de la persecución seguía esperando dos horas más tarde. Los coordinadores de la entrega aclararon que nadie de los que prestaron su domicilio para hacer pasar a cada familia beneficiaria tuvo "nada que ver" con la denuncia a la policía de que Walter tenía un arma.
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