"¿Ya renunció?". Fue la pregunta del millón y se multiplicó entre las voces de la gente que ayer volvió a manifestarse frente al más auténtico símbolo de Rosario: el Monumento a la Bandera. "¿De la Rúa se fue?", interrogó una mujer a La Capital cerca de las 19.30. La respuesta positiva fue trasladándose como con los juglares: de boca en boca, y fue generando más fuerza en los cánticos y cacerolazos. El acto se vistió, por momentos, con una mística futbolera. Incluso muchos se calzaron la camiseta de la selección nacional aunque, a diferencia del miércoles, tuvo matices políticos y gremiales que llegaron a provocar incidentes aislados (ver aparte). Pero la gente no apuntó a un solo blanco: bramó contra toda la dirigencia política y se burló del estado de sitio. "Que se lo metan en el culo", fue la frase repetida entre unas 5.000 personas. Hubo una mezcla de acordes musicales: los de los actos populares y los del Himno Nacional. Pero, en ambos casos, cada vez que sonaron las banderas argentinas flameaban más. Sin embargo, no fueron las únicas, como en la jornada anterior. Ciertos representantes gremiales y agrupaciones políticas de izquierda sacaron a relucir las suyas, sumándose a las ollas, tapas, cacerolas y latas de acero y aluminio que se abollaron cuando las mujeres las golpeaban no precisamente con la intención de innovar en el arte culinario. Los grupos políticos fueron de a poco ganando el espacio central de la escena y se colocaron en el epicentro de la protesta sobre Córdoba frente al Concejo. Allí, una bandera bautizó al Palacio Vasallo y le imprimió nuevo nombre: "Cuna de Ladrones". Como se ve, no se salvó nadie. Un grupo de amigas estudiantes de Psicología y Bellas Artes definieron la protesta: "Alucinante, porque no podrán echarle la culpa a nadie. Acá no se activó a la gente políticamente", subrayó Mariana (25). A su lado, Griselda (26) dijo representar "a la gente que ya está cansada de que los políticos le mientan". Y confesó: "Lo voté a De la Rúa y la verdad es que me sentí muy mal cuando no cumplió nada de lo que dijo". Sus palabras no eran simples consideraciones. Estaba dolida en serio. "La última vez que saqué la bandera fue cuando él ganó. Pensé que venía una nueva Argentina", expresó con la celeste y blanca atada al cuello. Luego, intervino Mariana para dejar en claro algunas cuestiones: "Es obvio que este acto no se hace sólo en contra del radicalismo. También repudiamos al menemismo y a todos los políticos. Espero que se pongan las pilas y sepan que no les va a resultar tan fácil seguir zafando". El Monumento estaba ayer plagado de historias metidas en la vida de cada uno de los manifestantes. Como la de la familia de María Susana (38), que fue con su marido y sus nenas de 5 y 2 años. "Vine con ellas porque tratar de que algo cambie es una responsabilidad de todos", disparó. Y añadió: "Ya no quedan garantías constitucionales porque han impuesto un estado de sitio ilegal". María Susana no tiene banderías políticas y sintió la necesidad de expresarse. "Por suerte tengo un trabajo estable, pero mi esposo se quedó ayer sin trabajo", dijo. No obstante se ocupó de destacar que "eso no fue lo que motivó esta presencia acá porque la situación es intolerable igual. Las nenas necesitan un futuro", dijo mirándolas a los ojos. Entre los militantes políticos se destacó Oscar Juárez, de Izquierda Unida, quien con un grupo de compañeros portaba una gran pancarta con la inscripción "No pagar la deuda externa". Fiel a sus ideas, disparó: "Ahora tenemos que ir por más y echar al Fondo Monetario Internacional". En la vereda de enfrente, y mucho más cerca del flower power que de la militancia partidaria, Diego (30) portaba la enseña nacional atada a una rama que hizo las veces de mástil. "No teníamos otra cosa y la cortamos de un árbol", explicó, para luego buscarle un significado: "Es la expresión de la libertad y el amor". En efecto, la rama recién arrancada tenía en su extremo una flor.
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