Habiendo renunciado el presidente Fernando de la Rúa a su cargo, corresponde que las Cámaras del Congreso reunidas en asamblea y por mayoría de votos decidan si aceptan o no esa renuncia.
Si aceptan la renuncia, en ese caso De la Rúa cesa como presidente y asume el cargo el justicialista misionero Ramón Puerta, en su carácter de presidente provisional de la Cámara de Senadores.
Conforme a la ley de acefalía, tiene el deber, dentro de las 48 horas siguientes, de convocar a las Cámaras del Congreso para que se reúnan en Asamblea Legislativa y, por mayoría absoluta de votos, elijan a la persona que ejercerá la presidencia hasta el 9 de diciembre del 2003.
Los presidenciables
Esa elección solamente podrá recaer sobre un diputado nacional, un senador nacional o un gobernador de provincia.
Pero también es posible que el Congreso, actuando ambas Cámaras por separado, modifique la ley de acefalía, disponiendo que corresponde acudir a la voluntad popular para la designación de una nueva fórmula presidencial.
Si la ley modificatoria es aprobada por ambas Cámaras del Congreso, promulgada y publicada por quien ejerce la presidencia en forma provisional, corresponderá convocar a una elección popular para que el pueblo elija a un nuevo presidente y vicepresidente, quienes asumirán los cargos por un período de cuatro años.
Hora dramática
En circunstancias tan particulares, graves y dramáticas, como las que se plantean actualmente, es necesario más que nunca respetar fielmente la Constitución, obrando con prudencia, cautela y sensatez.
De ahí que las ideas expuestas acerca de una concentración absoluta del poder en una Asamblea Legislativa son absolutamente inviables e importarían una ruptura del orden constitucional, o si se quiere, podrían equivaler un golpe de Estado.
Las características de la crisis que afrontamos se asemejan a las producidas en 1890 cuando el caos económico y político suscitado determinó la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman y la asunción del cargo presidencial por parte del vice Carlos Pellegrini, quien, felizmente, para nuestros antecesores, encarriló exitosamente al país en un lapso de dos años.
Auguremos que este último resultado se repita en el caso que tiene ahora en vilo a todos los argentinos.
(*)Abogado constitucionalista.