| | La caída. Otra jornada cargada de incertidumbre y violencia en las calles Las fuerzas de la Federal, como cebadas por la muerte
| En la película "Sur", de Pino Solanas, una moto aparecía recurrente por los empedrados humeantes en plena noche del barrio de Barracas. Era la metáfora de una represión siempre amenazante. En cambio, las motos de la Policía Federal que ayer recorrieron mil veces el macrocentro de la capital argentina y desde las que se disparó salvajemente balas de goma y de las otras, fueron la expresión real y no metafórica de la más grave represión policial en tiempos de democracia que se tenga memoria. Desde que la represión de Galtieri mató al obrero Dalmiro Flores, el 16 de diciembre de 1982, en la recordada marcha de la multipartidaria que terminó por expulsar a la dictadura, no hubo muertos en Buenos Aires por la represión policial a manifestaciones en la Plaza. Pensar que todo empezó con un pacífico cacerolazo espontáneo, producto del decepcionante discurso del ex presidente, el miércoles cerca de las once de la noche. La pueblada histórica gestada en plena madrugada y sin ningún rasgo de violencia ya había sido inexplicablemente reprimida en la noche. Luego, con el nuevo día y la llegada de otros manifestantes, los azules se empeñaron en destruir el carácter de la movilización, le achicaron su masividad a puro gas y balas de goma, para finalmente colaborar con el escenario de violencia y saqueos. En la Plaza de Mayo, la del Congreso y en muchas calles aledañas, se terminó jugando su juego, porque se sabe, en la Argentina de hoy es inevitable encontrar partener cuando los uniformados proponen pelea. Las imágenes de la Avenida de Mayo con los grupos festejando la renuncia de De la Rúa, en medio de la destrucción material y el incendio de todos los elementos que componen la vía pública, parecían más producto de una alucinación que un hecho inexorable de una nueva Argentina que comienza. La represión empezó desde temprano, cuando un contingente de las Madres de Plaza de Mayo comenzó a realizar su tradicional ronda de los jueves alrededor de la pirámide. Las policía montada les tiró encima los caballos y los gases a las Madres, algo que no se veía desde los tiempos de la dictadura militar. Desde ahí y durante todo el día actuó de manera encarnizada. Detuvo gente sin ningún criterio. Para los federales fue un día pleno. Estaba la Infantería, la Montada, los de civil con armas ocultas que se mezclaban entre los manifestantes, los de civil con armas largas y chaleco identificatorio, y la división motos. Los de las motos, en grupos de seis, no se cansaron de disparar sobre cientos de manifestantes. Pero hubo otros motoqueros. Fueron los de ese gremio ya famoso por lo combativo: los de los servicios de cadetería. Ellos fueron uno de los estandartes de la resistencia, muy festejados por la gente. Con increíble valentía desafiaron a la Federal, a esa altura completamente cebada de muertes. Un día patético, con un gobierno en retirada pretendiendo salvar lo insalvable a costa de la vida de la gente. Ojalá la nueva Argentina les haga pagar por eso.
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