Año CXXXV
 Nº 49.337
Rosario,
viernes  21 de
diciembre de 2001
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El estallido. La mayoría de los comercios optaron por permanecer cerrados
Saqueos, pedradas e tiroteos volvieron a adueñarse de la zona sur
La tensión ganó las calles nuevamente y hubo violentos choques entre policías y manifestantes

El día después del estallido encontró a distintos puntos de Rosario sumidos en la tensión y la violencia. Hubo saqueos en algún sector de la zona oeste e intentos de robos y fuertes tiroteos y pedradas en el sur, que ayer se convirtió en el área más conflictivo de la ciudad. Mientras tanto, la mayoría de los comercios permanecieron cerrados o atendieron con sus persianas bajas. El ulular de las sirenas volvió a aturdir los barrios y los estampidos de las armas erizaron la piel de los vecinos.
El prólogo de lo que sería una violenta jornada comenzó a escribirse temprano. Familias enteras hicieron cola a pocos metros del Distrito Oeste para recibir las tan ansiadas cajas de alimentos que reparte el comité de crisis (ver página 24).
Pero a una cuadra de allí, unas 60 personas salieron de Villa Banana y saquearon el pequeño supermercado El Triunfo, en Perón y Lima, vaciado por segunda vez en menos de 48 horas.
El negocio quedó totalmente destruido: persianas rotas, góndolas en el piso y mercadería desparramada por la vereda. El dueño salió del local con el rostro desencajado. "A ellos no les duele porque soy yo el que hace doce años que pago los impuestos", dijo entre dientes mientras se alejó resignado.
La postal fue diferente unos metros más adelante. Unas 500 familias comenzaron a recibir sus cajas de alimentos mientras algunos comerciantes sacaron la mercadería de sus locales temiendo un posible saqueo. "Tengo miedo", confesó la dueña de una librería mientras las lágrimas le cubrieron el rostro.

Violencia en el sur
Con el correr de las horas, la zona sur volvió a convertirse en el escenario más violento de la ciudad. En Ayacucho al 6.200, los choques entre la policía y los manifestantes fueron una constante durante toda la jornada.
Cerca de las cuatro de la mañana, unas 74 familias de barrio La Esperanza se dispusieron a esperar un prometido envío de alimentos. Pero las cajas nunca llegaron, los ánimos se encendieron, la tensión se multiplicó y la violencia se respiró segundo a segundo.
El piquete de protesta se convirtió en el botín cuyo control se disputaron durante todo el día policías y manifestantes. Se sucedieron intensos tiroteos y respuestas con piedras y armas de fuego desde la villa de emergencia que se alza en Ayacucho y Circunvalación.
"Me tiraron un gas lacrimógeno en la puerta de mi casa y a mi bebé le empezó a salir espuma por la boca, fue terrible. Cuando salí para llevarlo al hospital me dispararon con el nene en brazos", aseguró uno de los vecinos que cortaba calle Ayacucho.
A dos cuadras de allí, y en territorio de Villa Gobernador Gálvez, los comerciantes de dos supermercados custodiaron sus negocios ante la amenaza de un inminente saqueo. La presencia del periodismo los irritó aún más. "No filmen porque la policía no puede reprimir. Váyanse de acá, tengo dos hijas que alimentar y si me revientan el supermercado estoy muerto. Quiero que a los que vengan los caguen a balazos", aseguró uno de los dueños de un local en tono amenazante.
Esta vez la violencia no se paseó por el centro comercial de la zona sur, pero la tensión estuvo presente. La mayoría de los negocios permanecieron cerrados y los pocos que abrieron lo hicieron tomando todos los recaudos. Como un súper de San Martín al 5200, que optó por organizar a sus clientes en una cola y dejarlos pasar de a uno a través de la puerta de la persiana, que permaneció baja.

Hipermercados con fuerte custodia
La avenida Circunvalación también acusó recibo del clima social reinante en la ciudad. En el supermercado Makro, al menos cinco efectivos de Gendarmería Nacional custodiaron el ingreso de los vehículos.
En el Carrefour de Circunvalación y arroyo Ludueña las puertas permanecieron cerradas durante toda la jornada y con fuerte presencia policial y de Gendarmería.
El Coto, La Gallega y el Azul, todos ellos emplazados en Córdoba y Circunvalación, mantuvieron sus puertas abiertas y hasta allí llegó un grupo de manifestantes para reclamar la entrega de bolsones alimentarios. Formaron un piquete y fueron replegados por la policía.
Otro piquete se emplazó en Circunvalación y la ruta 34, pero fue desalojado con gases lacrimógenos y balas de goma.
En Oroño al 4.100 también se produjeron algunos incidentes cuando un grupo de jóvenes intentó forzar las persianas de una distribuidora de alimentos. Fue otro intento de saqueo, que esta vez fue sofocado con la llegada de media decena de patrulleros del comando radioeléctrico. Es más, los uniformados descendieron de las unidades y comenzaron a rastrillar el barrio a pie en busca de sospechosos, aunque no se registraron detenidos.
Al mediodía, un grupo de desocupados intentó saquear un almacén en 24 de septiembre y Balcarce, pero los vecinos y el dueño de local montaron una resistencia desde los techos del comercio.
A una cuadra de allí, otro grupo quiso copar una carnicería. Sin embargo, el titular del comercio ofreció comida como moneda de cambio para frenar un saqueo inminente.
Los comerciantes se pusieron en guardia. A punto tal que en Oroño al 3.800 se colocaron tres containers repleto de escombros como un freno paraavalanchas.
Al cierre de esta edición, la violencia se seguía paseando por las calles y los encontronazos entre policías y manifestantes se sucedían principalmente en la zona sur.



La zona sur fue otra vez epicentro de la violencia.
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