El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, dijo ayer que espera que el Fondo Monetario Internacional (FMI) pueda hacer que Argentina, convulsionada por disturbios y saqueos, vuelva al camino de una economía sostenible. En una jornada aciaga para el gobierno, las declaraciones sonaron como una mano tendida a las autoridades argentinas. De todos modos, no todas fueron rosas para el gobierno argentino: un cable de la agencia de noticias "Reuters", que cita fuentes del Departamento de Estado norteamericano, aseguró que la administración del gran país del norte espera la renuncia del ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo, por el agravamiento de la crisis.
Este sector del gobierno norteamericano le pasó la factura a O'Neill por el estallido en Argentina, a raíz de su dureza a la hora de considerar los problemas financieros del país.
O'Neill es una pieza clave en relación a un posible respaldo -es decir dinero- que pueda dar el FMI a la Argentina para zafar de la situación de default y conflicto interno. El titular del Tesoro estadounidense, a partir de la llegada de George W. Bush al poder, viene librando una batalla con el Fondo Monetario Internacional en torno a las estrategias de auxilio para los países que entran en crisis financieras. A poco de comenzar su gestión criticó con dureza un auxilio que se procuraba para las finanzas nacionales, argumentando que "los carpinteros de Estados Unidos no tienen que pagar salvatajes a los mercados emergentes".
Estados Unidos es el principal aportante del FMI y la administración Bush no está dispuesta a pagar los errores de los funcionarios del Fondo al imponer a los países endeudados políticas que al final resultan un remedio peor que la enfermedad.
Durante los últimos meses O'Neill observó con simpatía la estrategia de Cavallo en torno a la reprogramación de la deuda, porque su implementación significaría que los costos del derrumbe también sean asumido por los especuladores. Se dice que si la propuesta de Cavallo llegase a buen término terminaría siendo el Plan O'Neill.
Así, el titular del Tesoro salió ayer en auxilio de un gobierno sacudido por los acontecimientos. "Tengo mucha esperanza de que el FMI va a encontrar una solución que vuelva a poner a Argentina en un camino sostenible" dijo O'Neill, y agregó: "Creo que los mercados han tomado en cuenta o han descontado lo que está pasando en Argentina".
O'Neill dijo que el gobierno estadounidense querría que Argentina fuera "un vecino hemisférico fuerte y en crecimiento", para lo cual hace falta que el FMI abra el grifo de plata fresca que apague el incendio.
Pase de factura a O'Neill
No obstante, desde el Departamento de Estado norteamericano le pasan la factura a O'Neill por el estallido en la Argentina. Un vocero admitió que la "dosis de medicina" que el Tesoro estadounidense prescribió para Argentina, al resistir el otorgamiento de nuevos créditos multilaterales de rescate, pudo haber sido demasiado fuerte para el paciente.
Pero, consideró que "sin duda hacía falta un poco de tratamiento shock para sacarles a los argentinos la idea de que Estados Unidos y la comunidad internacional siempre vendrían a rescatarlos".
Esta fuente del gobierno de Bush dijo que "Argentina ha actuado irresponsablemente en sus finanzas públicas, pero nadie acá quería que el país estallara en llamas", agregó.
Desde el Departamento de Estado dijeron irónicamente que "será interesante ver ahora qué piensa el Tesoro, si creen que se excedieron, porque en última instancia, si las cosas se ponen peor en Argentina, será más costoso", subrayó.
La fuente del gobierno americano reconoció: "Sabemos que en Argentina, cuando las cosas se ponen malas, se ponen malas de verdad. No estamos alarmados, pero nos preocupa mucho saber si los argentinos pueden salir de esto o si habrá una implosión".